Equilibrando las mentes y sociedades: La lucha por erradicar la desigualdad desde la salud mental.

Por: Neighbors’ Consejo|

A lo largo de la vida, existen factores que influyen e intervienen como protección o riesgo, para el desarrollo o el padecimiento de enfermedades mentales. Es decir, aspectos individuales, sociales y ambientales que están asociados a la menor o mayor probabilidad para desarrollar problemas de salud mental. En este sentido, son múltiples los factores que inciden y resultan ser determinantes a la hora de sufrir o agravar el curso de una enfermedad.

Según Marco Villalta (2006) en base a Florenzano (1998), “los factores de riesgo se pueden considerar como todas aquellas condiciones antecedentes que están presentes a lo largo de la vida y se asocian con consecuencias dañinas para la salud” y que según este autor corresponde a 5 factores, como lo son:

  1. Sociodemográficos, tales como: Sexo, edad, etnicidad, educación de los padres.
  2. Características individuales, por ejemplo: Nivel educacional, desempeño académico, religiosidad.
  3. Características familiares como: El grado de cohesión, la flexibilidad, la calidad de la comunicación. 
  4. Características comunitarias, por ejemplo: El sistema educacional, la relación de pares, los medios de comunicación.
  5. Factores macroeconómicos, tales como: Empleo, nivel de ingreso, etc.

Lo anterior, permite reconocer que son muchos los factores del entorno que afectan al individuo a partir de su interacción. Se podría decir entonces, que las enfermedades de salud mental, no están dadas a voluntad del sujeto, sino más bien, por las condiciones y recursos que el entorno le proporciona. En este sentido, la Academia Estadounidense de Médicos de Familia (AAFP), denomina a estos aspectos como “determinantes sociales de la salud (SDOH)”, y los explica como “todas aquellas condiciones bajo las cuales las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, e incluyen factores como el estatus socioeconómico, la educación, el empleo, las redes de apoyo social y las características del vecindario.”

Igualmente, Eduardo Rodríguez (2016)hace referencias a estos determinantes como: “Todos aquellos factores sociales que influyen en la salud, como por ejemplo: la estructura social, las prácticas e instituciones, la identidad personal y los procesos interpersonales, siendo los más influyentes la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.”

Según Pedro Palomino et al., (2014) con base en el Informe Lalonde, estos determinantes se pueden clasificar en:

  1. Organización general de un país, política, sociedad, servicios, equidad, justicia, paz, familia, protección social, etc.
  2. Determinantes demográficos, edad media, distribución de los grupos de edad.
  3. Determinantes biológicos, genéticos.
  4. Determinantes medio ambientales, agua y su calidad, aire, entorno químico y tóxico, energético; e) prosperidad, renta, reparto de la riqueza.
  5. Cohesión social, categorías sociales, desigualdades sociales, relaciones familiares y sociales, etc.
  6. Sistema educativo, acceso, características.
  7. Valores, nivel de formación y de información, acceso.
  8. Sistema de atención sanitaria, cobertura, calidad, alcance de los mismos, efectos sobre la población, etc.

Ahora, si bien la salud mental se ve influenciada por muchos de estos factores especialmente por la pobreza y la vulnerabilidad social. Varinia Leiva et al., (2021) en base a Herder Saraceno (2018) explica, que existen patología psicológicas desarrolladas a partir de la carga genética, como el caso de la esquizofrenia, pero, existen muchas otras como la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo o el abuso de sustancias, causadas principalmente por las dinámicas socioambientales. Y, según Herder Saraceno, pueden estar asociada principalmente a la pobreza, la deprivación, los hábitos de consumo, el estrés y los modos de vida poco saludables y en general la vulnerabilidad social.

En este sentido, Jane Costello et al., (2003) menciona que la asociación entre la pobreza y la enfermedad mental, se puede explicar a partir de dos hipótesis:

  1. Selección social: Esta indica que las personas que tienen algún tipo de predisposición genética a patología mental o somática, descienden de su escala social al enfermar.
  2. Causalidad social: Argumenta que la situación social de vulnerabilidad en sí misma causaría la enfermedad mental.

Por consiguiente, no es difícil pensar, que cualquiera de las hipótesis anteriormente planteadas, afecte negativamente a las personas, pues estudios a lo largo del mundo abarcan las desigualdades sociales especialmente la pobreza y actualmente la migración, como variables en el incremento de los niveles de estrés y ansiedad, que deterioran la salud mental de las comunidades. Sin embargo, también es importante entender que la estigmatización sobre la propia salud mental y el enfermo mental empeora el curso de los problemas y trastornos mentales.

De acuerdo con Crick Lund et al., (2011) la pobreza aumenta el riesgo a padecer una enfermedad mental a partir del “aumento del estrés, la exclusión social, la disminución del capital social, la desnutrición y el aumento de los riesgos obstétricos, la violencia y el trauma”, así como también es evidente que quien padece una enfermedad mental tiene mayor riesgo de caer o permanecer en la pobreza, en consecuencia a los gasto de la enfermedad, la productividad reducida, la pérdida de empleo, los menores ingresos y el estigma.

Es por eso que, carecer de recursos económicos, sociales, culturales, ambientales, etc., y que son necesarios para la vitalidad, pueden significar el detrimento en la salud física y mental de las personas, en pocas palabras, afectar el bienestar y calidad de vida. Por tal razón, el sistema de salud mental ha procurado abordar las enfermedades mentales desde una perspectiva integral, que incluya los sistemas sociales como parte sustancial del bienestar.   

De acuerdo, con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), tanto los factores de riesgo como los protectores, se manifiestan a lo largo de la vida y en diferentes niveles, pero, aquellos que se dan en los períodos más sensibles del desarrollo, como por ejemplo en la primera infancia, pueden resultar mayormente perjudiciales o cuidadores, según sea el caso. Por ejemplo, el maltrato infantil y el bullying en la etapa escolar, perjudica la salud del menor, algo semejante ocurre con la comunidad en general, con los desplazamientos forzados, la crisis climática, entre otros; mientras que, la educación de calidad, las redes sociales de apoyo, los vecindarios seguros, se consideran factores protectores en la misma población.

En efecto, Crick Lund et al., (2011) sugiere que para acabar con el ciclo de selección o causalidad social de la enfermedad mental, se requiere de intervenciones que aborden tanto las causas como las privaciones o carencias producto de la enfermedad. Es decir, de una mirada más amplia sobre la atención de la salud mental, que incluya procesos de promoción y prevención, pero también de acompañamiento y seguimiento durante el curso de la enfermedad.

Un aspecto bien importante a tener en cuenta, es el presentado por Eduardo Rodríguez (2016)  en su ensayo determinantes sociales de la salud mental. Rol de la religiosidad” donde plantea, la trascendencia de los factores culturales como determinante de la salud, pues, a través de la cultura se crean los significantes de identidad, tradiciones y costumbres, los cuales influyen en los sistemas de creencias, valores, comportamientos y en las relaciones sociales, y que a su vez, pueden convertirse en factores agravantes o mitigantes de la enfermedad, ya que:

  • Producen categorías de identidad y prácticas sociales que ponen en desventaja a ciertos grupos
  • Influyen en los determinantes sociales de la salud al proporcionar sistemas de interpretación que pueden agravar o mitigar ciertos riesgos.
  • Median la efectividad de intervenciones a nivel individual y poblacional.
  • Estructuran las definiciones, los valores y las prioridades de bienestar y otros resultados positivos de salud.

Sin duda alguna, los factores determinantes culturales, influyen en el significado de salud y enfermedad mental, así como en la interpretación que cada individuo hace de estas. Por tanto, elementos de la cultura como la religión, la moral y las artes, entre otros, pueden ser utilizados como medios para interpretar y afrontar la salud mental de las comunidades, pues, permite darle una mirada más cercana desde lo humano a los social, tal como lo dice Eduardo Rodriguez “mejorar la empatía, la capacidad de recepción y el entendimiento de las personas.” (2016)     

En ese orden de ideas, es importante reconocer que la salud mental se ve influenciada por las circunstancias en las que los individuos nacen, crecen, se desarrollan, trabajan, viven y envejecen; la predisposición genética o aspectos neurobiológicos supone solo un pequeño porcentaje de las posibilidades para desarrollar enfermedades mentales, mientras que, los determinantes sociales y ambientales de la salud juegan un papel mayor.

Es por eso, que resulta tan relevante prestar gran atención a los factores sociales descritos anteriormente y que puedan estar relacionados negativamente como indicadores de psicopatologías, y así visibilizar las necesidades de la comunidad que llegan a afectar la salud mental; con el fin de orientar los programas y las políticas públicas desde perspectivas más integrales, que promuevan la equidad y la justicia social, en especial de las personas ya afectadas por alguna psicopatología.

Por consiguiente, son muchos los desafíos que atraviesan la salud mental, dentro de los cuales se incluye: Fortalecer los sistemas de atención y prevención, así como las políticas públicas; también, empoderar  a la comunidad, como sujetos activos de los procesos de intervención y promoción; establecer redes de apoyo social que ayuden a superar las brechas de desigualdad y de estigmatización de la enfermedad mental, como lo proponemos desde Neighbors’Consejo, con servicios de rehabilitación de salud mental cultural y lingüísticamente competentes, apoyo social y comunitario a los más necesitados.

Referencias:

Academia Estadounidense de Médicos de Familia (AAFP). (s. f.). Promoción de la equidad en salud al abordar los determinantes sociales de la salud en la medicina familiar (documento de posición). Recuperado de: https://www.aafp.org/about/policies/all/social-determinants-health-family-medicine-position-paper.html#:~:text=Social%20determinants%20of%20health%20

Costello, E. J., Compton, S. N., Keeler, G., & Angold, A. (2003). Relaciones entre pobreza y psicopatología. Un experimento natural. Jama, 290(15), 2023-2029. Recuperado de: https://jamanetwork.com/journals/jama/article-abstract/197482

Leiva, V., Rubí, P., & Vicente, B. (2021). Determinantes sociales de la salud mental: políticas públicas desde el modelo biopsicosocial en países latinoamericanos. Revista panamericana de salud pública = Pan American journal of public health, 45, e 158. Recuperado de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8678097/#B6

Lund, C., De Silva, M., Plagerson, S., Cooper, S., Chisholm, D., Das, J., … & Patel, V. (2011). Global Mental Health 1 Poverty and mental disorders: breaking the cycle in low-income and middle-income countries. Lancet, 378, 1502-14. Recuperado de: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S014067361160754X

Marmot, M. (2018). Guía de determinantes sociales de la salud para herramientas y recursos de detección de necesidades sociales. Academia Americana de Médicos de Familia. Recuperado de: https://nursing.utexas.edu/sites/default/files/AMEN_AAFP_SDOH_Screening_Tool_and_Guide.pdf

Organización Mundial de la Salud (OMS). (Junio 17, 2022) Salud mental: fortalecer nuestra respuesta. Recuperado de: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response

Palomino, P., Grande, M., & Linares, M. (2014). La salud y sus determinantes sociales. Desigualdades y exclusión en la sociedad del siglo XXI. Revista internacional de sociología, 72, pp. 45-70. Recuperado de: https://revintsociologia.revistas.csic.es/index.php/revintsociologia/article/view/587/607

Rodriguez, E. (2016). Determinantes sociales de la salud mental. Rol de la religiosidad. Persona y Bioética, 20(2), 192-204. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0123-31222016000200192&script=sci_arttext

Villalta, M. (2006) Factores de riesgo en la salud mental de adolescentes de sectores urbanos de Santiago de Chile. Revista Pensamiento y Acción. Escuela de Post Grado de la Universidad Ricardo Palma 3(1), 126-138. Recuperado de: https://www.researchgate.net/profile/Marco-Villalta/publication/276279522_FACTORES_DE_RIESGO_EN_LA_SALUD_MENTAL_DE_ADOLESCENTES_DE_SECTORES_URBANOS_DE_SANTIAGO_DE_CHILE/links/55556d5108aeaaff3bf46af4/FACTORES-DE-RIESGO-EN-LA-SALUD-MENTAL-DE-ADOLESCENTES-DE-SECTORES-URBANOS-DE-SANTIAGO-DE-CHILE.pdf

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