¿Interfieren los vínculos afectivos creados con las figuras cuidadoras de la infancia en la forma en que se relacionan los adultos?

Por: Neighbors’ Consejo|

“Hace un tiempo conocí una pareja que se acercó a consulta, pues buscaban ayuda, ya que, estaban teniendo muchos problemas en su relación. Maria, era una chica muy cariñosas y afectiva, fácilmente expresaba sus necesidades y sentimientos, y disfrutaba de su relación sin preocuparse en lo que pudiera suceder después de un tiempo; Jorge su pareja, por el contrario, pensaba mucho en el futuro, temía que Maria por alguna razón lo fuera a dejar, esto le hacía sentir muy inseguro y estaba buscando la forma de un compromiso mayor de la relación y así asegurar que Maria no lo fuera a dejar.  Durante la terapia ellos lograron identificar que la forma en que estaban asumiendo su relación, depende de las relaciones afectivas que habían tenido cuando eran niños con sus padres (el estilo de apego), lo cual les ayudó a comprender porque actuaban de una u otra manera y trabajaron juntos para mejorar su relación.”

Las primeras experiencias de interacción del ser humano con sus padres o cuidadores, desarrollan lazos afectivos que se consideran son los determinantes de la personalidad, el comportamiento del individuo, del modo de relacionarse con los demás e inclusive de las cosas que más interfieren en elección de una pareja.

Estos lazos afectivos son conocidos con el nombre de apego emocional y es definido en el diccionario Merriam Webster como: “Fuerte vínculo emocional que forma un bebé con un cuidador (como una madre), especialmente cuando se lo ve como una base para el desarrollo emocional y social normal”. En otras palabras, el apego es el vínculo de afecto que se da en las primeras relaciones de la vida, con los padres o los cuidadores.

En relación al tema, el psicoanalista John Bowlby, en la década de 1950, desarrolló la Teoría del Apego, la cual describe que apego es “el efecto que producen las experiencias tempranas y la relación con la primera figura vincular en el desarrollo del niño” y aclara que a partir de este vínculo el ser humano aprende a regular sus emociones. (Citado en Benlloch, 2020)

A partir de la teoría de Bolwby, se conocen cuatro sistemas de conductas de apego que están relacionadas entre sí(Citado en Oliva, 2004):

  1. El sistema de conductas de apego: Refiriéndose a todas aquellas conductas como: Sonrisas, lloriqueos, contactos físico, etc., que se establecen al servicio de mantener proximidad y contacto con las figuras de apego. Estas conductas se activan cuando aumenta la distancia con la figura de apego o al percibir señales de amenazas, para intentar restablecer la proximidad.
  2. El sistema de exploración: Se encuentra en estrecha relación de incompatibilidad con el sistema anterior, pues, cuando se activan las conductas de apego se disminuye la exploración del entorno.
  3. El sistema de miedo a los extraños: Igualmente se relaciona con los anteriores, ya que al aparecer, tiende a disminuir las conductas exploratorias y aumentar las de apego.
  4. El sistema afiliativo: Muestra cierta contradicción con el sistema anterior, pues, refiere cierto interés del individuo por mantener proximidad e interacción con otros sujetos, incluso con los que no se tienen vínculos afectivos.

Estos sistemas de apego se establecen como formas aprendidas de respuesta ante la necesidad de crear vínculos afectivos con las figuras cuidadoras durante la infancia y a los cuales el bebe recurre en momentos específicos que le generan sufrimiento o estrés para buscar protección y sobrevivir.  

De acuerdo con lo anterior y en concordancia con Bowlby, el apego conserva las siguientes características:

  • Mantenimiento de proximidad: Deseo de estar cerca de las personas a las que estamos apegados.
  • Refugio seguro: Regreso a la figura de apego en busca de consuelo y seguridad ante un miedo o amenaza.
  • Base segura: La figura de apego actúa como una base de seguridad desde la cual el niño puede explorar el entorno que lo rodea.
  • Angustia por separación: Ansiedad que se produce ante la ausencia de la figura de apego.

Ahora bien, posteriormente Hazan y Shaver (1987) y partiendo de la teoría del apego, se dan a la tarea de analizar los vínculos afectivos en la edad adulta, estas autoras evidenciaron que “el comportamiento del adulto en relaciones cercanas está moldeado por representaciones mentales, cuyos orígenes se encuentran en las relaciones del niño con sus cuidadores primarios.” (Citado en Guzmán & Contreras, 2012).  Es decir, que los lazos afectivos creados durante en la infancia son el modelo de apego para que el adulto se relacione con los demás.

Tal como lo planteó Alfredo Oliva (2004), la vinculación afectiva más que:

“una simple conducta instintiva que aparece siempre de forma semejante ante la presencia de un determinado estímulo o señal, el apego hace referencia a una serie de conductas diversas, cuya activación y desactivación, así como la intensidad y morfología de sus manifestaciones, va a depender de diversos factores contextuales e individuales.”

Esto quiere decir que, el tipo de vinculación aprendida se da en función de la retroalimentación, es decir, de la respuesta ofrecida por el otro (el cuidador) y a partir de lo cual el vínculo se adapta y modifica. En efecto, se habla de tipos o estilos de apego, cuya clasificación se establece con la propuesta hecha por Mary Ainsworth, realizada a partir de una investigación hecha un laboratorio y conocida como «Situación Extraña», esta tenía el fin de “examinar el equilibrio entre las conductas de apego y de exploración, bajo condiciones de alto estrés”, durante el análisis el infante fue sometido a una serie de separaciones y reencuentros con su figura de apego (la madre). (Oliva, 2004; Benlloch, 2020)

A partir del análisis de los resultados se evidenció diferencias individuales que el autor clasificó en tres formas principales de apego (Oliva, 2004; Benlloch, 2020; Garrido, 2006).

  1. Apego seguro: El cual se logra a partir de la respuesta diaria de la madre, quien le proporciona confianza al menor como protección, a través de un contacto continuo, afectuoso y sensible a las necesidades del niño. Este tipo se manifiesta como un patrón saludable de apego donde el niño se muestra sociable y con alto nivel de exploración.
  2. Apego inseguro – evitativo: Los niños con este tipo de apego se muestran bastante independientes lo que en principio puede interpretarse como saludable. Sin embargo, se pudo evidenciar que son menores con dificultades emocionales, en relación a cuyos cuidadores mostraron conductas de rechazo, rigidez, hostilidad, aversión al contacto, intrusividad/intrusismo y/o dificultad para regular sus emociones. Por lo cual los niños evitan el contacto cercano, se distancian de su cuidador y prestan mayor atención a sus juguetes.
  3. Apego resistente (ansioso) /ambivalente: Estos niñosresponden con conductas de protesta, con ansiedad de separación y con enfado y/o ambivalencia, se muestran muy preocupados por el paradero de su cuidador, lo que les hace sentir inseguros y con temor a explorar y a separarse de su cuidador. Este tipo de apego está relacionado a la forma inconsistente de respuesta del padre o figura, quien se pudo mostrar sensible y cálido en algunas ocasiones y frío e insensibles en otras. A partir de algunos estudios se reveló que lo inconscientemente de la figura podría ser un indicador de la capacidad para interactuar positivamente con el niño cuando se encuentran de buen humor y poco estresados. (Isabella, 1993; Stevenson-Hinde y Shouldice, 1995, Citados en Oliva, 2004)

La investigación realizada por Cindy Hazan y Phillip Shaver, en EE.UU., evidenció que alrededor del 56% de los sujetos tienen un estilo de apego seguro, aproximadamente el 24% son evitativos y el 20%  aproximadamente son ansiosos/ambivalentes. (Hazan & Shaver, 1987)

Posteriormente, los investigadores Main y Solomon (1986 Citado en  Benlloch, 2020), identificaron un cuarto tipo de apego: 

  1. El desorganizado: Este se caracteriza por presentar mayor inseguridad que en los los anteriores y por la tendencia a responder con conductas confusas, contradictorias y/o aprensivas en respuesta al acercamiento de la figura de apego. El infante muestra una combinación de comportamientos, por ejemplo mira hacia otro lado mientras es sostenido por la figura de apego, o se aproxima a ella, sostiene una expresión monótona y triste. Su comunican muestra desorientación y una expresión de ofuscación, pueden llorar de forma inesperada tras estar tranquilos, además de adoptar posturas rígidas y extrañas o movimientos estereotipados.

Algunas investigaciones revelan que este tipo de apego se da en relación a la interacción con la figura que provoca miedo y tranquilidad conjuntamente, que está presente en circunstancias de abuso, violencia familiar o un padre cuyo trauma no resuelto conduce a un comportamiento desorientado, pues el menor se siente consolado y asustado a la vez , que es lo produce la confusión. (Reisz et al., 2018).

Con lo dicho hasta aquí, queda claro que el apego hace referencia a una serie de conductas que los bebés asumen en situaciones que les generan sufrimiento o estrés, como por ejemplo ser separados de sus padres o cuidadores. De acuerdo con las características de los tipos de apego descritos arriba, se pueden identificar ciertas pautas de comportamiento en el adulto, como por ejemplo  (Levine & Heller , 2011): 

  1. Apego seguro: Los niños que crecieron con este tipo de apego llegan a ser adultos a los se les facilita vincularse con los demás, se sienten cómodos en general con la cercanía y la intimidad, son capaces de expresar sus necesidades y sentimientos. En efecto, tienden a ser cariñosos y afectuosos, a confíar en sus parejas y sin temor a ser abandonadas, lo que les permite ser más felices en sus relaciones, pues, ayuda al desarrollo de  una autoestima sana, unas relaciones más duraderas y a confiar en los demás.
  2. Apego inseguro evitativo: El adulto que creció con este estilo, percibe la intimidad con una pérdida de independencia y, en consecuencia, se sienten incómodos y hasta molestos cuando su pareja buscar mayor cercanía e intimidad, por eso les cuesta confiar totalmente, dejarse llevar y/o depender emocionalmente de ella, de hay que, evita mostrar afecto y cariño. Lo anterior no significa que la persona no desee relacionarse sino más bien que se siente abrumada por la cercanía, por eso muestran un gran sentido de independencia y la necesidad de tener un espacio dentro de las relaciones puede terminar creando un temor hacia el compromiso.
  3. Apego resistente (ansioso) / ambivalente: Los adultos que han crecido bajo este tipo de apego, tienden a ser personas bastante temerosos e inseguros en sus relaciones, tienen temor constante de llegar a ser abandonados por lo que siempre están buscando crear vínculos estrechos con sus parejas. Este tipo de personas ansían intimidad y cercanía, en efecto son muy dependientes.

Así por ejemplo, es muy común en este tipo de apego que la persona al percibir que su pareja les presta menos atención, haga cosas para buscar ponerle celoso o amenaza con irse, pues, este es su intento por restablecer la relación. Generalmente, estas personas se sienten indignas de amor, necesitan sentir que los demás les valoran y les aceptan debido a su baja autoestima, que se refleja en la mala gestión de sus emociones y en rupturas frecuentes de las relaciones.

  1. Apego desorganizado: Los adultos de este estilo de apego buscan establecer vínculos, pero una vez que están en una relación temen salir lastimados,entonces tienden a alejarse de las personas. Podría decirse, que sus relaciones son bastantes dramáticas y problemáticas, si bien temen al abandono también les cuesta la intimidad. Por esto, tienen la sensación de no poder confiar en los demás y dan la sensación de que no existe una conexión entre lo que hacen y lo que sienten.

Como se puede identificar, las relaciones de la infancia son de gran importancia en el desarrollo del menor y representan la formación de los vínculos afectivos con las figuras de apego, las cuales varían según el trato que recibe el niño y que posteriormente pueden afectar al adulto. Pues, conforme sea el estilo de apego experimentado en la infancia, es muy probable que se de la interacción entre las personas adultas y medie el modo de expresar y regular las emociones.

Tenga en cuenta que, la finalidad de este artículo no es culpabilizar a los progenitores o figuras de apego de la forma en que actualmente se relacionan los adultos, pues, esto también está relacionado a los vínculos experimentados en su infancia. Cabe considerar, que no necesariamente el vínculo de apego del niño llegue a ser idéntico al del adulto, pues durante el desarrollo vital puede que algunas experiencias desempeñen un papel significativo que modifique los estilos de apego de los adultos.

Justamente este artículo busca crear conciencia de la necesidad de conocer los estilos de apego y el efecto que puede tener en la forma de relacionarse con los demás. Esto sin duda facilitará hacer los cambios necesarios para buscar y mantener relaciones sanas. Algunos consejos a tener en cuenta se encuentran recopilados por el portal web Mundo Psicólogos, así:

  • Identifica los patrones de la relación
  • Trabajar en su autoestima.
  • Ponerse en contacto con las necesidades reales.
  • Acudir a terapia.

(si desea ampliar informacion visite https://www.mundopsicologos.com/articulos/los-4-tipos-de-apego-y-sus-caracteristicas-como-afectan-a-las-relaciones-adultas)

En conclusión,  los vínculos afectivos establecidos desde las primeras interacciones con las figuras cuidadoras, son grandes determinantes de la forma en que los adultos se relacionan con los demás, especialmente con la pareja y aunque la mayoría parecieran ser pocos saludables, lo importante es que al comprender el papel del apego desde la infancia, se puede apreciar también cómo estos afectan las relaciones adultas y se puede trabajar en ellos para ser modificados por formas más saludables.

Referencias:

Benlloch, S. (2020). Teoría del apego en La práctica clínica: revisión teórica y recomendaciones. Revista de psicoterapia, 31(116), 169-189. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7484095

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Guzmán, M., & Contreras, P. (2012). Estilos de apego en relaciones de pareja y su asociación con la satisfacción marital. Psykhe (Santiago), 21(1), 69-82. Recuperado de: https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22282012000100005

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