Resiliencia: Salir fortalecido de una situación adversa, resulta de afrontar la experiencia desde una perspectiva diferente y positiva.
Por: Neighbors’ Consejo|
“En medio de la dificultad reside la oportunidad”
Albert Einstein
Todos los seres humanos tienen la capacidad de sobreponerse a las dificultades que se le presentan en la vida. Pero, como toda capacidad humana, se construye y se potencia en la experiencia con el entorno. Es por eso que las situaciones de cambio, crisis, estrés recurrente, etc., ponen en marcha los sistemas de adaptación y afrontamiento que el individuo posee y ha desarrollado a lo largo de su vida.
En efecto, durante las últimas décadas, la investigación en psicología, ha demostrado la importancia del cambio en la orientación de su cuerpo de conocimiento, pues inicialmente esta disciplina analizó el comportamiento humano desde lo patológico, pero en la actualidad se han planteado enfoques positivistas, dirigidos a la mejora de la calidad de vida del individuo, al mismo tiempo que se busca prevenir y reducir la influencia de la psicopatología, en busca de dar mayor relevancia a las capacidades personales del individuo, la cuales le ayudan a conservar su bienestar psicológico y con ello garantizar una buena salud mental, de ahí surgen conceptos como el de la resiliencia.
De acuerdo con Stevenson Fergus y Marc Zimmerman (2005), la resiliencia es el “proceso de superar los efectos negativos de la exposición al riesgo, afrontar con éxito las experiencias traumáticas y evitar las trayectorias negativas asociadas con los riesgos”. En este mismo sentido, la Asociación Americana de Psicología (APA por sus siglas en inglés) en su artículo “El camino a la resiliencia”, la explica como:
“El proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Significa «rebotar» de una experiencia difícil, como si uno fuera una bola o un resorte”
De acuerdo con Fernández, L., & Bermúdez, M. (2015) con base en Rutter, (1999 y 2012), la resiliencia está formada por tres componentes esenciales:
- La capacidad para afrontar.
- La capacidad de continuar desarrollándose.
- La capacidad de aumentar las competencias.
Es decir, que de alguna manera lo que sucede con las personas resilientes es que logran minimizar el impacto negativo del factor estresante o traumático, dejándose de percibir como un riesgo o amenaza, pues, al afrontarlo la persona manifiesta la capacidad de transformar la crisis en una oportunidad, dado que se produce una adaptación positiva.
Conforme con este planteamiento, se puede identificar la definición de Boris Cyrulnik, en la entrevista para el libro “Nuevas miradas sobre la resiliencia” (Madariaga, 2014), donde establece que la resiliencia se da en el inicio de un nuevo desarrollo (positivo), tras atravesar un periodo de agonía psicológica. Este autor citando a Michel Tousignol, enumera tres factores que impiden la resiliencia.
- El aislamiento: Estar solo no permite que el proceso surja, puesto que la narrativa del suceso es lo que permite el reconocimiento de sí mismo y garantiza un apoyo social para reanudar el curso de los eventos adversos. Resulta como: “contar la experiencia de otro modo”.
- La memoria: Cuando se inicia el proceso de ver el trauma o la problemática desde otra perspectiva es más probable también que se puedan modificar las representaciones de las imágenes que se tienen de esta situación.
- La cultura: Acá cuenta la forma en que se puede brindar apoyo social y protección a la persona que pasa por la situación difícil, en cambio de aislar o estigmatizar, puesto que esto determina el inicio del proceso para la resiliencia.
Ahora bien, la resiliencia implica la combinación de múltiples factores y recursos, que debe tener una persona para contar con la habilidad de superar determinada situación, dichos recursos fueron compilados en la “taxonomía de los recursos de resiliencia” por Schetter y Dolbier (2011), así:
Personalidad y Recursos | Optimismo y la esperanza.Cinco grandes factores de la personalidad: responsabilidad, extroversión, apertura a nuevas experiencias, amabilidad, estabilidad emocional. Afectividad positiva, los recursos emocionales positivos (Por ejemplo, el sentido del humor). Empatía y compasión. Orientación a objetivos (Por ejemplo, tenaz / persistente).Compromiso, control, desafío.Sentido de coherencia: comprensibilidad, manejabilidad, significación. |
El Ser y recursos relacionados con el ego | Autoestima, confianza en uno mismo, fuerza del ego. Dominio, control, esperanza generalizada de que uno puede influir en el medio ambiente. Auto-eficacia (percepción de que uno puede realizar comportamientos para alcanzar los resultados deseados)Estilo de apego seguro en el adulto.Imagen propia diversificada o identidad de concepto / auto Flexibilidad / auto / complejidad múltiples funciones.Autonomía, Independencia (para pensar y actuar). |
Recursos Interpersonales y Sociales | Red y la integración social, la relación social.Apoyo disponible (apoyo percibido). Cohesión social (trabajo, familia). Relaciones estrechas de alta calidad. |
Visión del mundo y creencias y valores culturales | Espiritualidad / creencias y prácticas religiosas. Supuestos del mundo (por ejemplo, la benevolencia, la justicia, la significatividad). Propósito en la vida, el compromiso.Colectivismo / familiaridad. |
Conductual y cognitivo | Técnicas de relajación (por ejemplo, mindfulness, meditación). Habilidades o estilos de afrontamiento activo o proactivo (resolución de problemas, planificación, enfoque de afrontamiento).Psicología de la Personalidad y Social.Reevaluación cognitiva o la capacidad de reformulación positiva. Hacer frente a las técnicas de diagnóstico y flexibilidad.Habilidades sociales (por ejemplo, la comunicación, la búsqueda de apoyo).Habilidades de regulación o control de las emociones (por ejemplo, la habilidad enfoque emocional de afrontamiento).Flexibilidad conductual y cognitiva. |
Otros recursos | Posición social, ingresos, recursos financieros.Riqueza, educación, capital social. Inteligencia (en múltiples formas, tales como visión, creatividad, alto funcionamiento cognitivo).Predisposición genética a la buena salud / salud.Constitución (por ejemplo, el riesgo de enfermedad bajo, sistema inmune fuerte).Temperamento (tranquilo, equilibrado).Estilos de vida saludables (dieta, actividad física, la abstinencia de sustancias, prácticas de sexo seguro). Aptitud física (resistencia, fuerza, flexibilidad) y la vitalidad, la energía.Experiencia pasada instructiva frente a la adversidad, tenacidad biológica |
Lo cierto es que, son muchas las características que contribuyen para que la persona se adapte de forma positiva a contextos adversos. Cabe aclarar que ser resiliente no significa la ausencia de la angustia o el temor al experimentar dificultades, sino una adaptación positiva al estrés. que provoca una situación particular, por tanto, se requiere de la experiencia para aprender o desarrollar pensamientos y comportamientos que tiendan a la adaptación y superación del evento.
En relación a esto, Javier Cabanyes (2010), explica que la acumulación de experiencias positivas y negativas influyen en la resiliencia, porque los factores protectores como las metas, los vínculos, la autoestima, entre otros, permiten modificar la respuesta personal al riesgo. Así como los factores externos, por ejemplo, una persona relevante, una comunidad influenciadora, un buen empleo o, una red de apoyo social, ayudan a la transformación positiva de la trayectoria de vida. El autor concluye que “las personas que experimentan felicidad lo hacen no porque se sientan mejor sino porque desarrollan recursos para vivir bien”.
Un planteamiento similar lo establece Lidia Torralba (2013), quien considera que toda persona resiliente experimentar el éxito, la madurez y el enriquecimiento personal, ya que se encuentra en un proceso de constante evolución, es “capaz de crecerse ante los problemas, antes, durante o después de enfrentarse a ellos”. Además, reconoce la problemática en toda su dimensión, la observa y analiza desde las diferentes opciones de abordaje, lo que demuestra su flexibilidad y capacidad de afrontamiento.
Si bien, es cierto que el ser humano se caracteriza por su capacidad de adaptación al entorno, también es cierto que cada persona lo hace a su propio ritmo. Lo significativo se da, cuando al experimentar una situación adversa, de la que se creía no salir, la persona se hace fuerte, resiste y se adapta a la nueva circunstancia, pues, después de haberla aceptado, empieza a trabajar en ella desde una nueva perspectiva, lo que le permite el desarrollo y la potenciación de sus capacidades y sin duda se verá reflejado en su crecimiento personal y su estado de salud mental.
Muy relacionado a la resiliencia se encuentra la salud mental, Angela Asensio et al., (2017), evidenciaron que una alta resiliencia muestra más bajos niveles de trastornos psicológicos y una mayor calidad de vida percibida tanto en salud física, como en salud mental y mayor funcionalidad. En términos generales, los niveles altos de resiliencia se han mostrado como factores de protección, como un potencial recurso para aumentar la calidad de vida y disminuir los síntomas depresivos, en la vejez (Santos et al., 2019),
Las personas con rasgos resilientes, se benefician de estos, para hacerle frente a eventos emocionales negativos o traumáticos como el duelo (Ornelas, 2016; Bonanno et al., 2002). Así también, en un análisis con pacientes de cáncer se detectó que la resiliencia juega un papel importante como variable protectora para la depresión, ansiedad, estados prolongados de estrés, malestar o angustia emocional, alteraciones o daños a su imagen corporal y deterioro en la calidad de vida de dichos pacientes (Cuesta et al. 2020). Además, la resiliencia se asocia con el bienestar emocional y el ajuste psicológico de las personas con infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y su proceso de envejecimiento.
En efecto, como las problemáticas de salud mental en la población mundial aumenta significativamente, es necesario reconocer la importancia de la resiliencia como proceso de afrontamiento ante las situaciones adversas y como factor protector de la salud mental. Así entonces la invitación es a trabajar en el desarrollo y potenciación de la resiliencia, con la finalidad de asegurar una mejor calidad de vida. Algunos consejos para conseguirlo, de acuerdo con la Clínica Mayo (2022), son:
- Conectarse: Construir relaciones fuertes y positivas con los seres queridos y amigos, es decir, establecer redes de apoyo social.
- Hacer que cada día tenga sentido. Realizar actividades que provoquen sensación de logro y propósito todos los días, establece metas claras y alcanzables, que le permitan mirar el futuro con un propósito.
- Aprende de la experiencia. Analizar de qué forma ha afrontado las dificultades en el pasado, estableciendo las habilidades y estrategias que utilizó en dicho momento. Identificar patrones de comportamiento positivos y negativos, que le ayuden a guiar su comportamiento futuro.
- Mantener la esperanza. Como no es posible cambiar el pasado, si puede mirar hacia el futuro. Aceptar e incluso anticipar el cambio hace más fácil adaptarse y ver los nuevos retos con menos ansiedad.
- Cuidarse. Atender las propias necesidades y sentimientos. Participar en actividades y pasatiempos que disfrute. Incorporar rutinas saludables de alimentación, actividad física, descanso y practicar el manejo del estrés y técnicas de relajación, como el yoga, la meditación, etc.
- Ser proactivo. No ignorar los problemas. En cambio, analizarlo, hacer un plan y tomar decisiones.
En conclusión, todos los seres humanos pueden atravesar eventos negativos, traumáticos o difíciles, en algún momento de su vida, pero, pueden fácilmente darse por vencidos frente a estos o por el contrario aprender, crecer y salir fortalecidos de ellos, haciendo uso de la resiliencia. El resiliente tiene la capacidad para superar las adversidades y permitir el desarrollo exitoso a pesar de las circunstancias, todo lo que ha mostrado un efecto positivo en el bienestar y la salud mental del individuo.
Referencias:
Asensio, A., Magallón, R., & García, J. (2017). Resiliencia: impacto positivo en la salud física y mental. Revista INFAD de Psicología. International Journal of Developmental and Educational Psychology., 2(2), 231-242. Recuperado de: https://pdfs.semanticscholar.org/5910/900129e009106cba80b3f19a7fb64c977fe3.pdf
Asociación Americana de Psicología. (Julio 26, 2011). El Camino a la Resiliencia. Recuperado de: https://www.apa.org/topics/resilience/camino
Bonanno, GA, Wortman, CB, Lehman, DR, Tweed, RG, Haring, M., Sonnega, J., … Nesse, RM (2002). Resiliencia a la pérdida y duelo crónico: un estudio prospectivo desde antes de la pérdida hasta 18 meses después de la pérdida. Revista de personalidad y psicología social, 83 (5), 1150–1164. Recuperado de: https://psycnet.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2F0022-3514.83.5.1150
Boris Cyrulnik. (2014). La resiliencia del siglo XXI. Madariaga, J. M. Nuevas miradas sobre la resiliencia. (Vol. 100618). Editorial Gedisa.
Cabanyes, J. (2010). Resiliencia: una aproximación al concepto. Revista de Psiquiatría y Salud Mental, 3(4), 145–151. Recuperado de: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1888989110000741
Clínica Mayo. (July 14, 2022). Resiliencia: desarrolla habilidades para resistir frente a las dificultades. Recuperado de: https://www.mayoclinic.org/es-es/tests-procedures/resilience-training/in-depth/resilience/art-20046311
Cuesta, M., Sánchez, M., Bahamón, M., & Arenas, P. (2020). Resiliencia y cáncer de mama: una revisión sistemática. Archivos Venezolanos de Farmacología y Terapéutica, 39(3), 326-333. recuperado de: https://bonga.unisimon.edu.co/handle/20.500.12442/6171
Fergus, S., & Zimmerman, M. (2005). Resiliencia Adolescente: Un Marco para Comprender el Desarrollo Saludable Frente al Riesgo. Revisión anual de salud pública, 26(1), 399–419. Recuperado de: https://www.annualreviews.org/doi/10.1146/annurev.publhealth.26.021304.144357
Fernandes, L., & Bermúdez, M. (2015). Resiliencia en adultos: una revisión teórica. Terapia psicológica, 33(3), 257-276. Recuperado de: https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-48082015000300009&script=sci_arttext#back
Fumaz, C. R., Ayestaran, A., Perez-Alvarez, N., Muñoz-Moreno, J. A., Moltó, J., Ferrer, M. J., & Clotet, B. (2015). Resilience, ageing, and quality of life in long-term diagnosed HIV-infected patients. AIDS Care, 27(11), 1396–1403. Recuperado de: https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/09540121.2015.1114989
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Santos, G., Oliveira, I., Baldin, L., Maria de Jesus, M., Kusumota, L., & Marques, S. (2019). Resiliencia, calidad de vida y síntomas depresivos entre ancianos en tratamiento ambulatorio. Revista Latino-Americana de Enfermagem, 27. Recuperado de: https://www.scielo.br/j/rlae/a/pgrvx9JNTk7cbLtMNhXC6dp/?format=pdf&lang=es
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Torralba, Lidia. (2013). La personalidad resiliente. Madrid: Síntesis.