Entre los duelos y la carga de factores estresantes, migrar puede resultar un riesgo para la salud mental.

Por: Neighbors’ Consejo|

Desde sus orígenes, el ser humano ha buscado movilizarse desde su lugar de nacimiento hacia diferentes partes del mundo, motivado por diferentes circunstancias como la búsqueda de mejores oportunidades, reunirse con sus familiares, escapar de conflictos, etc. Esto demuestra, que, de alguna manera, trasladarse se convierte en una necesidad de muchos habitantes, ya sea de carácter personal o social y, configura todo un proceso que resulta ser un fenómeno complejo, conocido como migración.

Según el Diccionario de Cambridge, la migración es el “movimiento de la población, que consiste en dejar un lugar para establecerse en otro”. En este sentido, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM, 2006) la define como el “movimiento de población hacia el territorio de otro estado o dentro del mismo que abarca todo movimiento de personas sea cual fuere su tamaño, su composición o sus causas”. Por otra parte, la Organización de Naciones Unidas (ONU), citando a OIM, aclara que la condición de migrante se asume independientemente de: 1) la situación jurídica; 2) el carácter voluntario o involuntario del desplazamiento; 3) las causas del desplazamiento; o 4) la duración de su estancia.

Cabe aclarar, que el término migración tiene un concepto amplio, complejo y puede establecerse a partir de dos sentidos: la emigración que corresponde a la salida desde un lugar, mientras que la inmigración hace referencia a la llegada a un lugar diferente. Ahora bien, de acuerdo con el portal web de Datos Mundiales sobre la Migración, para mediados del año 2020, el número de migrantes internacionales alcanzó un total de 280,6 Millones (3,6%) de personas en todo el mundo; de los cuales las mujeres representan el 48,1 % y los menores de 14 años el 27,9%. Según estas cifras, en los Estados Unidos de América se encuentran un total de 50,6 Millones de inmigrantes, cifras que, si se consideran un riesgo psicosocial, resultan alarmantes.

Como ya se mencionó, comúnmente los migrantes salen de sus países hacia otros lugares en busca de mejorar su calidad de vida y la de sus familias. Si bien existen diferentes motivos por los que una persona toma la decisión de iniciar el proceso de migración, generalmente los factores están vinculados a necesidades personales o sociales; algunos mencionados por la ONU son: El cambio climático, la demografía, la inestabilidad, las desigualdades laborales y sociales, las aspiraciones de una vida mejor, necesidades insatisfechas, entre otros.

De cualquier manera, el proceso de emigrar resulta complejo, pues en este influyen aspectos como: La toma de la decisión inicial, si es voluntaria o no; el tránsito por diferentes lugares hasta el destino, donde intervienen aspectos como rutas, medios de transporte; el propio lugar de destino, pues, durante esta etapa no solo se da la simple partida, en esta, cuentan los proyectos, las expectativas, los recursos económicos que se invierten, etc.

Además, hay que mencionar que, durante el tránsito hacia el destino, juega un papel importante el contexto territorial e institucional de los países de origen y de destino, el carácter regular o irregular del proceso, todos aspectos que sumados a factores de vulnerabilidad como: la edad, el género, la pertenencia étnico-racial, el nivel socioeconómico de origen, dificultan el proceso y ponen en riesgo la seguridad del migrante, y su eventual adaptación al nuevo hogar. Ya en el lugar de destino, inicia una etapa de múltiples acciones y reacciones, sujetas también a diversos factores internos y externos, como ya se mencionó algunos, la cultura, el idioma, la inserción comunitaria, la capacidad de acceso a los sistemas de seguridad social, etc. (Maldonado et al., 2018)

Por ello, resulta lógico pensar que, al llegar a un lugar, muchas veces desconocido y tratar de adaptarse a este, puede experimentarse como una compleja trama de emociones y sentimientos que afecta la salud mental del migrante, es por ello que resulta tan significativo garantizar acompañamiento psicológico a esta población, independientemente de sus motivaciones y condiciones.

En atención a ello, este artículo busca puntualizar las características psicológicas que se establecen a partir de la llegada a un nuevo territorio y todo lo que esto implica, más allá de las motivaciones del individuo para migrar, las condiciones sociopolíticas durante el proceso migratorio.

En este sentido, el psiquiatra español Joseba Achotegui, quien fuera el director del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR) de Barcelona, durante 25 años investigó el incremento en las dificultades del proceso migratorio, a partir de un cuadro reactivo de estrés intenso, crónico y múltiple, al cual llamo el “síndrome del inmigrante con duelo migratorio extremo “o Síndrome de Ulises. Este, lleva el nombre Ulises, en relación al héroe de la mitología griega, quien sufrió múltiples peligros y adversidades lejos de su familia y sus seres queridos. (Achotegui, 2021)

Ahora bien, no es difícil considerar que cualquier persona en condición de inmigrante, llegue a padecer ciertas dificultades que le generen estrés y ansiedad, pues resulta casi normal que el ser humano al enfrentar situaciones nuevas, experimente incertidumbre, nerviosismo, angustia, etc., con más razón el inmigrante que está apartado de lo que hasta ese momento se consideraba propio, como su identidad.

En efecto, Joseba Achotegui (2008; 2009; 2009; 2021), explica que la situación psicoemocional del inmigrante termina convirtiéndose en una problemática de salud mental para el país que lo recibe, ya que, las personas en esta condición pueden llegar a padecer un “duelo migratorio”, caracterizado por:

  • Es parcial: Pues el objeto no desaparece, como el país de origen, la familia, etc.
  • Es recurrente: Tiene lugar durante el tiempo de separación, y pueden representarse en fantasías de retorno.
  • Está vinculado a aspectos infantiles muy arraigados: Cuando la persona emigra, ya está condicionada por lo que ha vivido en la infancia, por lo que tendrá dificultades para adaptarse plenamente a la nueva situación.
  • Es un duelo múltiple: que incluye por lo menos hasta 7 clases de duelos, como lo son:
  • La familia y los seres queridos: Separaciones, reencuentros.
  • La lengua: Aprendizaje de la lengua del país de acogida.
  • La cultura: Relacionado con las costumbres, valores.
  • La tierra: Los paisajes, el clima, colores, olores, luminosidad.
  • El estatus social: Trabajo, vivienda, sanidad, permiso de residencia, exclusión y estigmatización social.
  • Contacto con el grupo de pertenencia: prejuicios, xenofobia, racismo.
  • Produce riesgos para la integridad física: peligros en el viaje migratorio, indefensión, vulnerabilidad, accidentes laborales, persecución, riesgo de expulsión.
  • Da lugar a cambios en la identidad: Para bien o para mal, la migración cambia al sujeto. Puede que favorezca el surgimiento de una persona madura, o por el contrario se produce una desestructuración del sujeto en el plano psicosocial y psicológico.
  • Da lugar a una regresión: El individuo al sentirse abrumado e inseguro, tiende a adoptar actitudes regresivas
  • Tiene lugar en una serie de fases: Achotegui, (2009a) en base Bowlby (1985) enumera: 
  • Negación: No se puede aceptar la realidad del cambio, y el individuo no la quiere ver.
  • Resistencia: Hay protesta y queja ante las dificultades, los retos y el esfuerzo que supone la adaptación.
  • Aceptación: La persona se instala en el país de acogida.
  • Restitución: Se da una reconciliación afectiva entre lo que se ha dejado atrás y la nueva situación, aceptando lo bueno y lo malo.
  • Supone la puesta en marcha de mecanismos de defensa y de errores cognitivos en el procesamiento de la información: Con la finalidad de distorsionar radicalmente la visión de la realidad para hacerla menos frustrante, más gratificante, y de ese modo adaptarse.
  • Se acompaña de sentimientos de ambivalencia: se mezclan las emociones de amor y de odio tanto para el país de origen, como el de acogida.
  • Es vivido también por los autóctonos (los que reciben) y los que se quedan en el país de origen: Es como mover una pieza en el tablero de ajedrez, las demás piezas se afectan. 
  • El regreso del inmigrante es una nueva migración: Al retornar, llega una muy diferente de la que un día marchó y llega a un país que también ha cambiado.
  • El duelo migratorio es transgeneracional: Puesto que muchas de las siguientes generaciones de inmigrantes que no llegan a ser ciudadanos de pleno derecho, tampoco lo logren.

Y, aunque su incidencia no es la misma para todos los inmigrantes, la diferencia se da de menor a mayor grado, en relación a la variación de las condiciones en que se da la migración y la propia capacidad de adaptación. En este sentido, el autor diferenciar tres tipos de duelo, desde la perspectiva de la dificultad para su elaboración y su potencialidad patológica, así:

  1. Simple: Aquel que se da en buenas condiciones y que puede ser elaborado, por ejemplo, cuando quien emigra no deja atrás hijos pequeños, padres enfermos, y puede regresar de visita o traer a los familiares.
  2. Complicado: Cuando existen serias dificultades para la elaboración del duelo, por ejemplo, el inmigrante que deja hijos pequeños o padres enfermos, y con algunas dificultades le es posible regresar o traerlos.
  3. El duelo extremo: Resulta tan problemático que no es elaborable, dado que supera las capacidades de adaptación del sujeto, por ejemplo, no hay posibilidad de traer, regresar, ni de ayudar a la familia que se dejó atrás. Es decir, el correspondiente con el Síndrome de Ulises.

Ahora bien, Achotegui planteó que el síndrome de Ulises resulta del duelo migratorio extremo y del estrés prolongado, que, sumado a la aparición de múltiples síntomas psíquicos y somáticos, provocan en el individuo una situación de crisis permanente que afecta su salud mental. Pues, tal como lo afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), “la salud mental está determinada por una compleja interacción de factores de estrés y vulnerabilidades individuales, sociales y estructurales”.

Siguiendo a Achotegui (2009; 2010) con su descripción del Síndrome de Ulises, a partir del análisis del trabajo en la salud mental de los inmigrantes, desde el año 1982, en la ciudad de Barcelona, se puede comprender que el inmigrante inicia su padecimiento al afincarse en un nuevo país, y puede identificarse en características propias como: la cronicidad, la ausencia de sensación de control y la falta de red de apoyo, además de la presencia de múltiples estresores de gran intensidad y relevancia, como lo son:

  1. La soledad y la separación forzada de los seres queridos: Supone una ruptura del instinto del apego.
  2. El fracaso del proyecto migratorio: Se presentan sentimientos de desesperanza y fracaso que surge por la ausencia de oportunidades.
  3. La lucha por la supervivencia: Incluye la alimentación y la vivienda.
  4. El miedo: Por los peligros físicos relacionados al tránsito migratorio (las pateras, los yolos, los camiones, etc.), las amenazas de las mafias, las redes de prostitución, etc. Además, a la indefensión por carecer de derechos, a la detención y expulsión, abusos, etc.

En cuanto a la sintomatología el autor la describió desde 4 áreas de la psicopatología, así:

  1. Depresiva: Con presencia de tristeza y llanto, dado los sentimientos de fracaso, indefensión aprendida, apatía, etc. En menor frecuencia, se puede presentar culpa y remordimiento e ideación de muerte y autolesiones.
  1. Ansiosa: Con presencia de ansiedad, lucha, tensión, nerviosismo, pensamientos recurrentes e intrusivos, irritabilidad, insomnio y preocupación excesiva.
  2. Somatomorfa: Principalmente con la presencia de cefalea de tipo tensional, molestias osteoarticulares y fatiga.
  3. Confusional: Falla la memoria, la atención, se siente perdido, incluso puede perderse físicamente, o hallarse desorientado a nivel temporal, etc.

Por ello, más allá de la revisión a la descripción del cuadro clínico planteado principalmente por el psiquiatra Joseba Achotegui, con el artículo se busca visibilizar el fenómeno migratorio y lo que puede llegar a significar para cientos de personas que se encuentran en esta condición, pues el solo hecho de emigrar supone un cambio en la vida de la persona y en todo su entorno, y para algunos de ellos el sufrimiento que padecen desde la toma de la decisión, durante el tránsito y ya en el lugar de destino, se termina materializando en el Síndrome de Ulises.

No obstante, es preciso aclarar que la migración se considera positiva en muchos aspectos.  Algunas personas logran aumentar su productividad al acceder a un trabajo digno y así garantizar bienestar a sí mismo y a sus hogares, fomentando con ello el desarrollo sostenible tanto del país de origen, como el de acogida, en donde, además, se ha identificado un impacto social, económico y cultural positivo.

En este sentido, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), puntualizó algunos beneficios de la migración, como por ejemplo, el crecimiento económico de los Estados Unidos, al potenciar el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto), también al incrementar la productividad, ya que en gran parte, el mercado laboral de este país, es cubierto por la población inmigrante, además de la contribución a la reproducción demográfica, entre otro. (ONU, 2019)

En pocas palabras, la problemática no se da por la migración en sí, sino más bien por las circunstancias físicas, psicológicas y sociales que le rodean. Explica el citado autor, que el acompañamiento psicosocial y psicoeducativo para esta población es fundamental, donde se debe garantizar el respeto y la aceptación de su condición, de tal forma que se escuche y comprenda la complejidad del proceso que está viviendo sin discriminación y estigmatización. De hecho, la comunidad también debe contribuir a facilitar el proceso de adaptación, servir como red de apoyo social y ayudar en la contención emocional para prevenir que el cuadro empeore.

Así entonces, es importante reconocer que la acción mundial (gubernamental, intergubernamental y no gubernamental) juega un papel fundamental para garantizar mejores condiciones durante el proceso migratorio y que esta se dé de forma más segura, ordenada y regular. Sepa usted que que, en Washington D.C., encuentra a Neighbors’ Consejo, una organización benéfica pública y sin fines de lucro, dispuesta a prestar servicios de rehabilitación en salud mental y apoyo social y comunitario a población vulnerable como el caso de los inmigrantes, garantizando el derecho a la salud mental, libre de prejuicios y estigmatización social.

En conclusión, la migración es un fenómeno complejo, que, si bien resulta beneficioso en diferentes aspectos para la sociedad, por ejemplo, a nivel económico, cultural, productivo, etc., puede también convertirse en una problemática de salud mental para el país de acogida. Independientemente de las motivaciones que se tengan para migrar, el proceso en sí, produce cambios en la vida del emigrante y su entorno. Pues, partir significa abandonar su familia, amigos, costumbres, su propia identidad, entre otras cosas, y tratar de establecerse en un nuevo lugar, todo lo cual le exige al individuo, una gran capacidad de adaptación, que cuando el entorno resulta problemático (situaciones de estrés límite, duelo migratorio, obstáculos sociales y culturales, etc.), dicha capacidad no es suficiente y terminan afectando su salud mental. Es cuando se considera prioritario buscar la ayuda psicosocial necesaria para que, el proceso migratorio de miles de personas que se encuentran como extranjeros alrededor del mundo, tenga el acompañamiento adecuado y se logre prevenir una complicación como el síndrome de Ulises.  

Referencias:

Achotegui, J. (2021). El síndrome del inmigrante con duelo migratorio extremo: el síndrome de Ulises. Una perspectiva psicoanalítica. Recuperado de: https://www.aperturas.org/imagenes/archivos/ap2021%7Dn068a3.pdf

Achotegui, J. (2016). La salud mental de los inmigrantes en el siglo XXI. Investigación y ciencia. Mente y cerebro, 77, 16-24. Recuperado de: https://www.fundaciomaresme.cat/wp-content/uploads/2018/05/2-Art%C3%ADculo-Mente-y-cerebro.-JOSEBA-ACHOTEGUI.pdf

Achotegui, J. (2009). Estrés límite y salud mental: el Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple (Síndrome De Ulises). Gaceta Médica de Bilbao, 106(4), 122-133. Recuperado de: https://www.gacetamedicabilbao.eus/index.php/gacetamedicabilbao/article/viewFile/278/284

Diccionario Cambridge. (s. f.). Migración. Prensa y evaluación de la Universidad de Cambridge. Recuperado de: https://dictionary.cambridge.org/es/diccionario/espanol-ingles/migracion?q=migraci%C3%B3n

Maldonado Valera, C., Martínez Pizarro, J., & Martínez, R. (2018). Protección social y migración: Una mirada desde las vulnerabilidades a lo largo del ciclo de la migración y de la vida de las personas. Recuperado de: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/44021/1/S1800613_es.pdf

Organización Internacional para las Migraciones (OIM). (2006). Derecho Internacional sobre Migración, Glosario sobre Migración. Recuperado de: https://publications.iom.int/system/files/pdf/iml_7_sp.pdf

Organización de Naciones Unidas (ONU). (s. f.). Desafíos Globales, Migración. Recuperado de: https://www.un.org/es/global-issues/migration

Organización de Naciones Unidas (ONU). (Febrero 27, 2019). CEPAL: impacto social, económico y cultural de la migración es notoriamente positivo para los países de origen y destino. Recuperado de: https://www.cepal.org/es/comunicados/cepal-impacto-social-economico-cultural-la-migracion-es-notoriamente-positivo-paises

Organización Mundial de la Salud. (Junio 17, 2022). Salud mental: fortalecer nuestra respuesta. Recuperado de: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response

Portal de Datos Mundiales sobre la Migración. (Enero 20, 2021). Número total de migrantes internacionales (mediados de año)2020. Recuperado de:

https://www.migrationdataportal.org/es/international-data?i=stock_abs_&t=2020

Leave a Reply