¿Cómo interfiere la espiritualidad en la salud mental?

Quizás, ha escuchado usted hablar sobre la espiritualidad y es muy probable que lo haya relacionado con las creencias religiosas, pues ambas aportan significados que dan al individuo sentido de vida y esperanza, invitan a centrarnos en nosotros mismos. Pero, realmente la espiritualidad es algo más que una religión.

La palabra espiritualidad proviene de la palabra griega pneumatikos, tal como aparece en las cartas de Pablo a los Romanos y Corintios. Y, que de acuerdo con esto, una persona espiritual era considerada alguien con quien moraba el “Espíritu de Dios” o cuya vida era influenciado por ese “Espíritu”. Este contexto, lo convirtió en un constructo muy estudiado en los campos de la salud mental.

El Instituto Nacional de Investigaciones en el Cuidado de la Salud (NIHR por sus siglas en inglés, 1997 citado en Fuentes, 2019), definió la espiritualidad como la búsqueda de lo sacro o lo divino a través de cualquier experiencia de vida. Por su parte, Pinto (2007) la define como “un sistema de guía interna, básico para el bienestar humano, que influye en la vida, la conducta y la salud, sin importar la filosofía, las creencias o las prácticas religiosas de la persona” (Citado en Fuentes, 2019).

Siguiendo a Piedmont (2001), la espiritualidad es:

“Una disposición inherente a los humanos con las características de ser universal e integradora, que tiene como meta orientar la conducta permitiendo trascender a la existencia cercana con un propósito y un sentido de vida más amplio, relativo al destino del hombre después de su muerte” (Citado den Irurzun et al., 2017).

Ahora bien, desde una perspectiva psicológica, la espiritualidad fue definida por Jung como un proceso mental “mediante el cual el sí mismo o centro de la psique emerge a la conciencia, en un movimiento continuo que la persona lleva a cabo para lograr su propio desarrollo, crecimiento, auto liberación o realización.” (Citado en Fuentes, 2019)

En relación a las diferentes definiciones anteriormente presentadas se puede interpretar que la espiritualidad resulta en la búsqueda de significado y propósito de vida, que se distingue de la religión y la moral por su conexión con lo sagrado y lo trascendente. Por tanto, es importante reconocer que es una experiencia personal y subjetiva. En palabras de Gary Schwartz (2012), la espiritualidad abarca una opinión personal sobre el significado de la vida y ser parte de algo mayor, la experiencia de estados trascendentales y de unidad, y las creencias sobre la existencia del espíritu, la vida después de la muerte.

Así entonces, queda claro que la espiritualidad cambia la forma de ver y vivir la vida. Lo que se puede ver reflejado en la encuesta de PRRI, encargada de medir la espiritualidad utilizando experiencias autoinformadas relacionadas con sentimientos de estar conectados con algo más grande que uno mismo, la cual evidenció que los estadounidenses espirituales son significativamente más liberales y tiene una mayor satisfacción con la vida en múltiples aspectos como: La salud personal, la vida familiar, las relaciones con amigos, la calidad de vida en la comunidad local y la visión del futuro del país.

Esta encuesta mostró que practicar la espiritualidad ayuda a que las personas adopten comportamientos prosociales, tienen experiencias inspiradoras, pues se sintieron más conmovidos al interactuar con diversos tipos de medios, también, expresan mayor gratitud y aprecio a todos los que le rodean, todo lo cual resulta significativo para la calidad de vida.

Sin duda, la espiritualidad es un constructo relacionado con la salud física y mental de las personas. Puesto que, como lo plantean los psicólogos Martin Seligman y Christopher Paterson (2004), es una experiencia que revela nuestra verdadera esencia y permite dar sentido a la vida, que puede estar relacionada con Dios o con la necesidad de trascender. (Isla, 2021)

La espiritualidad, de alguna manera permite al ser humano ser consciente de las capacidades  generando un alto nivel de trascendencia, que implica un compromiso consigo mismo y con el mundo que lo rodea. Desde esta misma perspectiva, González (2015) explica que son múltiples los beneficios que la espiritualidad tiene sobre la salud, pues, invita al individuo a realizar cambios positivos en el estilo de vida y a tomar conciencia de cómo las creencias, actitudes y comportamientos pueden afectar positiva o negativamente su salud. (Citado en Fuentes, 2018)

De acuerdo con lo planteado por la Psicóloga Rosa Isla, para llegar a trascender desde la espiritualidad, se necesita experimentar desde el interior, lo que puede llevar a la incertidumbre y la angustia como señales de la experiencia, cuando se permite una libre activación de las emociones, incluso aquellas dolorosas, es común tratar de evitarlas, pero, aceptar el proceso como una forma renovadora del “yo” ayuda a tomar conciencia de las sensaciones, sentimientos, pensamientos y acciones, para reconstruir significados que den una nueva identidad y sentido de vida que permitan trascender.

Con la práctica de la espiritualidad las personas logran experimentar menos estrés, depresión, dolor y aislamiento social, con respecto a los que no lo hacen. Además, personas con enfermedades, refieren tener más sentimientos positivos que aquellos que no practican la espiritualidad. A su vez, las personas que atraviesan por una situación de muerte (duelo) considera a esta práctica una ayuda espiritual para sentido y orientación ante la muerte. (Rodriguez, 2011).

Maria Isabel Rodríguez en su artículo ¿Es la espiritualidad una fuente de salud mental o de psicopatología? Explica que el hecho de pertenecer a una comunidad espiritual facilita el encuentro interpersonal, esto permite que las personas compartan aspectos de su vida. Ese apoyo social que se da entre la comunidad  beneficia psíquicamente, a cada participante, desarrolla un sentido de pertenencia que invita a establecer relaciones genuinas y comprometidas con los demás, y a practicar la reconciliación y el perdón.

En este sentido, la espiritualidad tiende a aportar al individuo recursos internos la esperanza, la creatividad, la humanidad, el sentido de vida, lo cual sin duda resulta fundamental a la hora de hacerle frente a las situaciones adversas. En efecto, la espiritualidad está relacionada con una mejor salud mental y calidad de vida, ya que su practica se ayuda a la disminución de ansiedad, depresión, adicciones, menor riesgo de suicidio y mejor pronóstico de las enfermedades mentales. (Navas, C., & Villegas, H. (2006).

Tener una motivación y un sentido de vida le permite al ser humano enfocarse en su bienestar físico, psicológico y espiritual. No es difícil, pensar en todos los beneficios de la espiritualidad, pues en esa relación mente-cuerpo, el individuo consigue autoconocerse y así encontrar las prácticas favorezcan los estilos de vida más saludables y por ende mejorar su calidad de vida.

En conclusión, la espiritualidad como la dimensión que permite al ser cuestionarse, crear propósito y sentido de vida, mediante las diferentes prácticas, posibilita el estado de bienestar en el individuo y favorece el crecimiento personal. Por eso resulta tan importante que independiente de sus creencias cada persona busque un encuentro personal que le de sentido y le permita tener una mirada más optimista del mundo.

Referencias:

Camacho, D. (Noviembre 12, 2017) ¿Por qué la espiritualidad se correlaciona con la satisfacción con la vida?. The Guardian. Recuperado de: https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/nov/12/spirituality-life-satisfaction-prri-study

Fuentes, L. (2019). La Religiosidad y la Espiritualidad¿ Son conceptos teóricos independientes?. Revista de psicología, 14(28), 109-119. Recuperado de: https://journals.lww.com/jonmd/abstract/2008/05000/concerns_about_measuring__spirituality__in.1.aspx

Irurzun J. I., Mezzadra J., Preuss M. (2017). Resiliencia y espiritualidad. Aportes para su estudio desde una perspectiva psicológica. Revista Científica Arbitrada de la Fundación MenteClara, 2(2), 205-216. Recuperado de: https://fundacionmenteclara.org.ar/revista/index.php/RCA/article/view/34/36

Isla, Rosa. (Diciembre, 2021). La espiritualidad como herramienta para cuidar la salud mental. Revista Ideele N°301. Recuperado de: https://www.revistaideele.com/2021/12/23/la-espiritualidad-como-herramienta-para-cuidar-la-salud-mental/

Jones, Robert P., Daniel Cox y Art Raney. (2017). Buscando espiritualidad en los EE. UU.: Una nueva mirada a lo espiritual pero no a lo religioso. Instituto de Investigación de Religión Pública (PRRI). Recuperado de: https://www.prri.org/research/religiosity-and-spirituality-in-america/#page-section-3

Koenig, HG (2008). ¿Preocupaciones por medir la “espiritualidad”? en la investigación. Revista de enfermedades nerviosas y mentales, 196(5), 349–355. Recuperado de: https://journals.lww.com/jonmd/abstract/2008/05000/concerns_about_measuring__spirituality__in.1.aspx

Navas, C., & Villegas, H. (2006). Espiritualidad y salud. Revista ciencias de la Educación, 1(27), 29-45. Recuperado de: http://revencyt.ula.ve/storage/repo/ArchivoDocumento/rceduc/v6n27/articulo2.pdf

Rodriguez, M. (2011). ¿ Es la espiritualidad una fuente de salud mental o de psicopatología?. Psiquiatria com, 15. Recuperado de: https://psiquiatria.com/bibliopsiquis/es-la-espiritualidad-una-fuente-de-salud-mental-o-de-psicopatologia/

Schwartz, GE (2012). Conciencia, espiritualidad y ciencia posmaterialista: un enfoque empírico y experiencial. En LJ Miller (Ed.), El manual de psicología y espiritualidad de Oxford (págs. 584–597). Prensa de la Universidad de Oxford. Recuperado de: https://psycnet.apa.org/record/2012-18686-038

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