Las dos caras del sentimiento de culpa. ¿Cómo afecta al sujeto?

Por: Neighbors’ Consejo|

De forma general, las personas tienen creencias y costumbres que han interiorizado como valores, normas, reglas de conducta o significados de orden, con carácter social, ético, espiritual, personal, etc., y cuando estas personas sienten que estas no se han cumplido, ya sea por creer haber hecho algo, haberlo hecho o no haber hecho nada, provoca una emoción denominada culpa, la cual, como todas las emociones, surge de la respuesta personal a una situación social. De lo cual se entiende que su función resulta ser adaptativa, como en el resto de las emociones.

Ahora bien, la culpa, según Enrique Echeburúa et al., (2001) “es un afecto doloroso que surge de la creencia o sensación de haber transgredido las normas éticas personales, sociales, sobre todo cuando de la conducta u omisión de una persona ha derivado el daño a otra”. Esto lleva a entender, que la culpa resulta ser una sensación algo compleja, que produce una fuerte reacción emocional en el individuo al sentir responsabilidad por algo. 

Es que, a menudo, las personas se sienten culpables de muchas situaciones que pasan, por ejemplo: no haber dicho que “no” a algo o a alguien; haber gritado a los hijos; no haber ido al medico y enfermar; pelear con la pareja; una infidelidad o también por consumir esa hamburguesa que le hizo perder la dieta; comprar cosas que no necesitaba, entre otras.

En este sentido, Itziar Etxebarria (2022) explica, que “la culpa representa un juicio ya sea positivo o negativo que hace la persona sobre sus propias acciones”, por lo que, la clasifica junto a la vergüenza y al orgullo entre el grupo de las “emociones autoconscientes”, las cuales se consideran complejas, ya que requieren del desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas, cierta noción del yo y un grado de autoconciencia.

El mismo autor (Etxebarria), señala que las emociones autoconscientes justifican su aparición en el hecho de que surgen cuando el propio “YO” hace una valoración positiva o negativa acerca de su actuación frente a lo que considera una norma o en regla en cualquier ámbito de la vida. En el mismo sentido, Elena Gismero (1999), con base en Sigmund Freud (1967), reconoce que la culpa tiene dos componentes esenciales: el cognitivo que incluye el sistema de juicio valorativo y el emocional o afectivo.

De alguna manera, se plantea a la culpa como a un sentimiento, ya que esta requiere de la interpretación de lo que se siente y se piensa y que produce un malestar significativo y, que se puede considerar útil o no. Cuando es beneficioso actúa como un regulador de la conducta, mientras que si es perjudicial se convierte en una emoción muy intensa y dolorosa. De hecho, la culpa se ha clasificado en diferentes tipos de sentimiento (Francia, 2021):

  1. Reflexivo: Este tipo de culpa requiere capacidades cognitivas e introspectivas, pues, está ligado a la valoración de no estar a la altura del ideal del Yo o de los valores internalizados. Es decir, resulta constructiva y no destructiva.
  2. Irracional: Puede ser de tipo consciente, como por ejemplo, si la persona es capaz de enfocar una o más acciones que ha realizado e imaginar haber decepcionado al otro o haberle hecho daño; o inconsciente, la persona puede sentirse culpable y sentirse indigno, sin saber exactamente las razones.
  3. Patológico. Está ligado a una culpa irracional y lleva consigo una angustia severa. Este sentimiento de culpabilidad es neurótico, inmediato y destructivo. La autocrítica, está ligada a la certeza de no haber estado a la altura de las expectativas que tienen los demás sobre ella y no necesariamente a haber faltado a sus ideales. En este tipo el sentimiento de culpa irracional no invita al crecimiento personal; y son muy comunes los síntomas de ansiedad generalizada, sentimiento de impotencia o incluso desesperación.
  4. «Culpa» saludable. Es una emoción moral útil también para el desarrollo social del individuo, que así se da cuenta de sus propios fracasos y de sus propias responsabilidades. Este sentimiento conduce a muchos comportamientos constructivos en búsqueda del ideal del Yo, conseguir comportamientos más morales, protegerse de ciertas transgresiones, asumir sus responsabilidades y de ser necesario reparar.

Los tipos de culpa que pueden determinarse como desadaptativos, es decir, la irracional y patológica, representa ser la fuente del malestar significativo que provoca esta emoción. Pues, sentirse culpable genera signos emocionales destructivos y displacenteros como por ejemplo: Arrepentimiento, tristeza, remordimiento, frustración, intranquilidad, desasosiego, angustia, infelicidad, miedo, aversión, entre otros. (Rojas, 2010)

Con respecto a esto, Manuel Villegas (2017), plantea que la culpa  “se manifiesta en forma de ansiedad psicológica que puede derivar en múltiples síntomas y tomar diversas formas, como: Atrición (miedo al castigo); Contrición (comprensión del daño ajeno causado, acompañado de voluntad de reparación); Remordimiento (miedo al juicio negativo; narcisismo: amenaza para la buena imagen)”.

En efecto, la culpa resulta un sentimiento complejo, en el que intervienen múltiples factores psicológicos, como por ejemplo: El perfeccionismo (Oros, L. (2003); la autoestima (Alonso et al., 2007); la desconfianza, la regulación emocional (López et al, 2017); el miedo, la rumiación (López et al., 2017); la asertividad (Kertész, 2008), entre otros., es que, la culpa está incorporada a muchas de las dificultades emocionales del ser humano. 

Por otra parte, Sigmund Freud en su obra “El malestar en la cultura”, establece que el sentimiento de culpa se puede dar cuando se ha cometido un acto que la persona considera malo. Pero, también puede darse el caso donde aún sin haber cometido un error, se reconoce la intención de hacerlo. Por tanto, el autor sugiere la existencia de la culpa con base en un hecho real negativo o en una fantasía que puede estar relacionada a una mala intención, un deseo negativo, pero, en este caso sin la comisión del hecho (1967 Citado en Gismero, 1999).

Cabe aclarar, que para ambos casos un hecho real o no, la culpa como cualquier sentimiento, tiene su origen en la interpretación que cada quien hace de la situación a partir de sus creencias, costumbres y valores. De esa forma, cada persona actúa como su propio juez y realiza la valoración de su culpabilidad, para finalmente contemplar su castigo,  que es aquello que provoca el malestar y de donde surgen las emociones displacenteras. Laura Rojas en su obra “El sentimiento de culpa”, explica que, la culpa se genera desde el interior del individuo, desde su conciencia, que actúa como vigilante de la conducta y le permite desarrollar la capacidad de juzgar y castigar los propios actos.

De este modo, la culpa puede considerarse patológica por exceso o por defecto, ya que en cualquiera de las dos opciones se presenta una distorsión de la conciencia. Según Echeburúa et. al., (2001) con base en Corral (1994) & Garrido (2000) explica que, la culpa excesiva se ha relacionado a otros trastornos como la depresión, trastornos obsesivos, adicciones, estrés, trastorno disocial, caracterizados por un nivel alto de exigencia y de perfeccionismo, que puede traducirse en pensamientos como: Soy un monstruo, yo no valgo para nada, tengo la culpa de todo lo malo que sucede, etc.

Para el caso de culpa por defecto o  inasistencia de culpa, se puede relacionar a trastornos de la conducta o de la personalidad como la antisocial que representa una alteración en el desarrollo emocional o paranoide en donde no se siente arrepentimiento ni compasión por las aquellos a los que se les hace daño.

Es importante mencionar que el sentimiento de culpa también está relacionado al proceso de duelo por pérdidas. Y, en cualquiera de estos casos, donde la culpa se puede experimentar como patológica por sus efectos negativos para la salud mental del individuo, el sujeto que la vive busca de alguna manera eliminar el malestar que le provoca su culpabilidad, lo que Echeburúa et al. (2001), explica con el siguiente cuadro:

ANTES DE LA APARICIÓN DE LA CULPA
Estrategias evitadoras de la responsabilidad o culpabilidad por el daño causado    • Negación: “No fui yo” • Olvido: “Ni me acuerdo de lo que hice” • Minimización: “Lo único que hice fue empujarla y al resbalarse se cayó” • Justificación: “Los dos nos hemos faltado al respeto” • Atribución de culpa: a la víctima: “Ël/ella tienen la culpa, me provocó”a factores personales: “Perdí el control y no me di cuenta” a factores externos: “Cuando tomo un trago, no soy yo”  
CON LA CULPA PRESENTE
Estrategias inadecuadas• Represión emocional • Mero remordimiento • Conductas autodestructivas: Conductas excitantesComportamientos adictivosIntentos de suicidio   • Conductas abyectas (despreciables)
Estrategias adecuadas• Orientadas a la reparación DirectaIndirecta • Conductas de altruismo

Conforme a lo anterior, se puede percibir que la forma más sana de trabajar el sentimiento de culpa es cuando:

  1. Se reconoce la conducta que produce la culpa.
  2. Se acepta que no se es perfecto y que los errores forman parte de la persona y de la vida. Que equivocarse es fundamental para el aprendizaje y el cambio, y no un signo de fracaso.
  3. Se expresa verbalmente los sentimientos, las emociones, el arrepentimiento
  4. Se solicita el perdón por el daño cometido o se otorga el perdón a sí mismo.
  5. Se repara el daño. Se actúa de tal manera que la persona implicada perciba el arrepentimiento y el compromiso de no repetición.
  6. Hacerse responsable.
  7. Se aprende a diferenciar de lo que depende de si mismo y de lo que no.
  8. Se revisan las autoexigencias, creencias y expectativas.
  9. Se reconsideran los sistemas de valores, reglas y expectativas.
  10. Se aprende a tolerar la decepción y la desaprobación de los demás.

Cuando el individuo adquiere conciencia de la realidad y de lo que le genera la culpa, esta se convierte en una emoción útil a partir de la cual se toma responsabilidad de las propias decisiones y se construye desde el aprendizaje de los errores y fracasos, siempre en busca de la reparación del daño.

Esta misma acción según Hoffman, tiene relación con la empatía, ya que “la culpa interpersonal surge de la conjunción de la reacción empática ante el sufrimiento ajeno y la conciencia de ser el agente causal de dicho sufrimiento”, esa empatía motiva a la realización de conductas compensatorias para la reparación del daño y la no repetición, y cuando se experimenta de forma anticipada, evitar que se produzca el daño. (1982, 1998 Citado en Etxebarria, 2003) Lo que quiere decir, que la culpa cambia y se transforma en una respuesta más asertiva y adaptativa, que la simple emoción a la transgresión de la moral.

En conclusión, el sentimiento de culpa se da a partir de un proceso subjetivo, es decir, de la propia interpretación y valoración de las situaciones. Si bien la culpa se considera una emoción reguladora de la conducta, también tiene su lado desadaptativo, el cual, genera emociones desagradables en la persona y le dificulta la regulación de sus emociones, no le permite avanzar hacia sus objetivos y le mantiene estancado en el pasado. La diferencia entre estas miradas del mismo sentimiento, parte de la aceptación, el reconocimiento y de la reparación del daño si es que existiera o de la evitación de este. Lo importante, es que si existen formas de liberar la culpa y aprender de los errores.

El artículo “Cómo acabar con el sentimiento de culpa permanente”, del portal web El mundo. (https://www.elmundo.es/vida-sana/mente/2020/01/18/5e203132fc6c838c018b4586.html)

 presenta la siguiente lista de recomendaciones para transformar la culpa con autocompasión:

1. Entiende la culpa.

2. Etiqueta la culpa.

3. Sustituye el juicio por curiosidad.

4. Reconoce al crítico interior.

5. Práctica lo que es útil no dañino.

Referencias:

Alonso, L. M., Murcia, G., Murcia, J., Herrera, D., Gomez, D.,.. Ariza, P. (2007). Autoestima y relaciones interpersonales en jóvenes estudiantes de primer semestre de la División Salud de la Universidad del Norte, Barranquilla (Colombia). Revista salud uninorte, 23(1), 32-42. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0120-55522007000100005&script=sci_arttext

Etxebarria, I. (Agosto 30, 2022). Las emociones autoconscientes: culpa, vergüenza y orgullo. Researchgate. Recuperado de: https://www.researchgate.net/profile/Itziar-Etxebarria/publication/264909909_Etxebarria_I_2003_Las_emociones_autoconscientes_culpa_verguenza_y_orgullo_En_E_G_Fernandez-Abascal_M_P_Jimenez_y_M_D_Martin_Coor_Motivacion_y_emocion_La_adaptacion_humana_pp_369-393_Madrid_Centro_de_E/links/53fd90ed0cf22f21c2f80ba4/Etxebarria-I-2003-Las-emociones-autoconscientes-culpa-vergueenza-y-orgullo-En-E-G-Fernandez-Abascal-M-P-Jimenez-y-M-D-Martin-Coor-Motivacion-y-emocion-La-adaptacion-humana-pp-369-393-Madrid-Centro.pdf

Echeburúa, E., Gargallo, P., & Amor, P. (2001). Estrategias de afrontamiento ante los sentimientos de culpa. Análisis y modificación de conducta, 27(116), 905-929. Recuperado de: https://portalcientifico.uned.es/documentos/5eccf6cf29995207b7dbffb4

Francia, G. (Marzo 17, 2021). Qué es la culpa en psicología. Psicología Online. Recuperado de: https://www.psicologia-online.com/que-es-la-culpa-en-psicologia-5569.html

Gismero, E. (1999). Génesis de los sentimientos de culpa. Razón Y Fe, 239(1203), 65–74. Recuperado de: https://revistas.comillas.edu/index.php/razonyfe/article/view/19588/17323

Kertész, A. (2008). Las cuatro leyes de la culpa. Análisis Transaccional y Psicología Humanista, 122. Recuperado de: http://com.aespat.es/Revista/Revista_ATyPH_58.pdf#page=124

López, E. C., & Puente, C. P. (2017). Regulación emocional en la infancia. Relación con la personalidad, la calidad de vida y la regulación emocional paterna. Cuadernos de Neuropsicología, 11(3), 69. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6239047

Oros, L. (2003). Medición del perfeccionismo infantil: desarrollo y validación de una escala para niños de 8 a 13 años de edad. Revista iberoamericana de diagnóstico y evaluación psicológica, 16(2), 99-112. Recuperado de: https://www.aidep.org/03_ridep/R16/R166.pdf

Rojas, L. (2010). El sentimiento de culpa. Aguilar.

Villegas Besora, M. (2017). Culpa y perdón en psicoterapia. Revista de Psicoterapia, 28 (108), 149-167. Recuperado de: https://revistas.uned.es/index.php/rdp/article/view/34926

https://revistas.uned.es/index.php/rdp/article/view/34926/25912

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