¿Por qué persisten en la mente ideas no deseadas y difíciles de controlar? ¿Qué podemos hacer con ellas?
Por: Neighbors’ Consejo|
Todas las personas llegan a tener alguna vez en la vida pensamientos involuntarios y recurrentes que aparecen en la mente en forma de ideas, imágenes ilógicas y hasta contrarias a la personalidad, las cuales pueden llegar a considerarse desagradables a consecuencia de la carga emocional que producen. Y sí, es que, aunque estos pensamientos pueden resultar muy comunes pueden llegar a representar un problema cuando interfieren en la funcionalidad diaria del individuo.
Fred se encontraba un día en la parada del bus, esperando el suyo y de repente le viene ese pensamiento repentino e ilógico de tirarse a la avenida, donde están pasando carros a gran velocidad. Si bien, Fred no lo hizo, pues tiene una vida relativamente feliz y una familia encantadora que lo ama, si le perturbó mucho, la idea del ¿por qué? tuvo aquel pensamiento y que si él realmente lo fuera hacer, intentó muchas veces olvidar aquel suceso, pero, en cambio lo recordaba con mayor frecuencia y cada vez más siente que esto le estaba afectando en su trabajo y con su familia
El pensamiento que Fred tuvo ese día en la parada del bus, corresponde a un tipo de pensamiento identificado como intrusivo y definido por Clark & Rhyno (2005), como “cualquier suceso cognitivo distinto e identificable que es indeseado, involuntario y recurrente. Interrumpe el flujo del pensamiento, interfiere en la realización de una tarea, se asocia al afecto negativo y es difícil de controlar” (Citado en González et al., 2017). Además, se caracteriza por su sentido egodistónico, es decir, un pensamiento que no encaja con la definición que se tiene de sí mismo o de los propios valores.
Es importante aclarar que, si bien este tipo de pensamientos son muy comunes en la mayoría de las personas, también, cuando tiende a la negatividad y resultan poco controlables, pueden causar gran malestar emocional y aumentar el riesgo a padecer ciertos trastornos mentales como el trastorno de ansiedad (Padilla, Z., 2018; Molina, M., et.al, 2005), el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) (Minici et.al, 2013), o el trastorno de estrés postraumático (TEPT) (Acero, C. (2016).
Por otro lado, la Asociación de Ansiedad y Depresión de América (ADAA por sus siglas en Inglés), estima que más de 6 millones de personas en los Estados Unidos se ven afectadas por estos, puesto que, los pensamientos intrusivos no deseados resultan muy amenazadores, debido a que el pensamiento toma el control y se experimenta como si tuviera el poder, por lo cual, la personas tienden a luchar contra ellos pues su contenido les es extraño, inaceptable y está en desacuerdo con quienes son. (2018)
Por otra parte, tal como lo menciona Carmen Morillo et al. (2003), estos pensamientos son característicos del Trastorno Obsesivo Compulsivo (T.O.C., por sus siglas en inglés), y se pueden considerar como “todos aquellos pensamientos no deseados y repetitivos que ocurren involuntariamente y son difíciles de controlar y en algunos casos de descartar; son angustiantes y pueden conducir a una ansiedad y un deterioro en el funcionamiento diario significativo”.
Ahora bien, hay pensamientos intrusivos de diferentes tipos, dentro de los más frecuentes se encuentran (Coronel, 2021):
- Agresión: En los que se hace daño, se maltrata o se mata a otra persona, sobre todo a quien se percibe débil (un bebé, un niño, un anciano, una mascota) o a quien se quiere (un familiar, un amigo, la pareja…). En este sentido abundan las ideas de empujar a alguien a las vías del tren; pegarle un puñetazo a la persona con la que se está hablando; estrujar a un recién nacido; etc.
- Autolesión: Por ejemplo, precipitarse por un balcón/ ventana/ edificio; meter los dedos en la batidora; estamparse mientras se conduce; cortarse con un cuchillo; etc.
- Sexual: Son muy frecuentes las escenas de incesto; pedofilia; sadismo; zoofilia; de agresión sexual; desnudarse en público; infidelidad etc. También son habituales los pensamientos homoeróticos (especialmente en personas heterosexuales que atribuyen un gran valor a su heterosexualidad).
- Catastrófico: En los que se imaginan todo tipo de desgracias. Por ejemplo, la muerte de un familiar; tener una enfermedad grave; que se burlen de uno; que ocurra un accidente (atropello, asfixia…); etc.
- Blasfemia: En los que personas con cierto arraigo religioso imaginan escenas “indebidas” con el diablo, Dios u otras figuras; piensan en pecar; tienen el impulso de decir palabras o cometer actos inmorales en ceremonias religiosas; etc.
En algunas situaciones los pensamientos intrusivos desaparecen por sí solos y causan un mínimo malestar. Sin embargo, también existen los casos donde las intrusiones se hacen más frecuentes, intensas, desagradables y llegan a “apoderarse” del flujo de conciencia del individuo por lo que resulta difícil controlarlas (Luciano, 2007). En pocas palabras, para algunas personas estos pensamientos llegan a convertirse en un problema serio, cuando adquieren gran importancia del pensamiento y la cotidianidad del individuo.
Ariel Minici, et.al. (2013), explican que, el proceso cognitivo por el que se lleva a cabo este tipo de pensamientos se puede entender en tres pasos:
- Se tiene un pensamiento intrusivo.
- Se valora negativamente el pensamiento intrusivo lo cual genera malestar emocional.
- Se procura controlar o prevenir la aparición de dichos pensamientos o de sus consecuencias a fin de aliviar el malestar.
En relación a las estrategias para intentar controlar o prevenir estos pensamientos, Juan Luciano (2007) plantea que existen ciertos mecanismos de defensa utilizados por el individuo para “protegerse frente a la ansiedad y las amenazas de origen interno o externo” y que el más utilizado para este caso es la supresión, cuya función es ayudar a alejar la mente de estos pensamientos e imágenes intrusivos de manera voluntaria y consciente.
Sin embargo, contrario a lo que se espera, la persona pese a las estrategias utilizadas para controlar y prevenir los pensamientos intrusivos, resultan incrementando la probabilidad de su aparición. Pues, conforme a lo encontrado en el estudio de Daniel Wegner (1987), la supresión intencionada de pensamientos resulta contraproducente, puesto que produce un efecto contrario al que se pretende, los pensamientos regresan a la mente una y otra vez, cuando esta busca comprobar de forma constante que el pensamiento intrusivo no se produzca, lo que hace retornar al pensamiento inicial. Esto tiene un papel muy significativo en el trastorno obsesivo-compulsivo, pues actúa como mecanismo intensificador de las obsesiones.
Conviene subrayar que la parte consciente del cerebro siempre tiende a rechazar de forma racional los pensamientos intrusivos que producen malestar. Y que, el hecho de tener este tipo de pensamientos no significa necesariamente padecer algún trastorno psicológico o que estos reflejan los deseos o intenciones reales del individuo. De hecho, muchas de las personas que tienen estas instrucciones jamás llegan a actuar en consecuencia.
Lo importante es aprender a reconocer este tipo de pensamientos y entender que muchos de estos carecen de importancia y que resultan más comunes de lo que se puede imaginar, pues, la mente también crea contenido irrelevante o pensamientos basura como lo denomina ADAA, que no tienen sentido, que al no prestarles mayor atención tienden a disiparse o desaparecen de la conciencia. Así entonces, es recomendable considerar algunas estrategias presentadas por esta entidad que ayudan a superar los pensamientos intrusivos no deseados.
- Etiquetar estos pensamientos como «pensamientos intrusivos».
- Recordar que estos pensamientos son automáticos y no dependen de usted.
- Aceptar y permitir que los pensamientos entren en su mente. No intentes alejarlos.
- Flotar y practicar dejando pasar el tiempo.
- Recordar que menos es más. Haga pausas, tome un tiempo. No hay urgencia.
- Esperar que los pensamientos vuelvan otra vez.
- Continuar con lo que estaba haciendo antes del pensamiento intrusivo, mientras permite que la ansiedad esté presente.
Evite:
- Comprometerse con los pensamientos de cualquier manera.
- Sacar los pensamientos de tu mente.
- Tratar de descubrir qué «significan» sus pensamientos.
- Verificar si esto está «funcionando» para deshacerse de los pensamientos.
De ahí que, es necesario comprender que entre el pensar y el actuar, la persona es quién realmente reflexiona y decide. Por lo que desesperarse no es una buena opción, pues, aumenta la intensidad del pensamiento e incluso puede llegar a convertirse en una obsesión. Así entonces, si los pensamientos intrusivos son persistentes y causan un malestar significativo en su vida, es recomendable buscar ayuda profesional que le ayude a encontrar las herramientas efectivas para afrontar y manejar estos pensamientos.
En conclusión, los pensamientos intrusivos son una experiencia que resulta muy común entre las personas y que puede incluir imágenes o ideas sexuales, violentas, inapropiadas o vergonzosas, que pueden convertirse llegan a ser recurrentes y generar malestar significativo. Algunos estudios han demostrado que intentar eliminar de la mente este tipo de pensamiento, suele tener un efecto contrario y ser contraproducente, por tanto, reconocerlos y aceptarlos será más útil, hará que estos pensamientos pierdan fuerza y poco a poco desaparezcan.
Referencias:
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Asociación de Ansiedad y Depresión de América (ADAA). (2018). Pensamientos intrusivos no deseados. Recuperado de: https://adaa.org/learn-from-us/from-the-experts/blog-posts/consumer/unwanted-intrusive-thoughts
Coronel Hernández, Laura. (Junio 1, 2021). Pensamientos intrusivos: catastróficos y perturbadores. Centro TAP (Tratamiento Avanzado Psicológico). Recuperado de: https://www.centrotap.es/2021/06/01/pensamientos-intrusivos-catastroficos-y-perturbadores/
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