Pánico: Temer al propio miedo
Por: Neighbors’ Consejo|
“Un día siendo la una de la madrugada, me desperté tenía taquicardia, sudoración excesiva, temblores, una sensación incontrolable de ahogo, realmente pensé que me estaba muriendo. Empecé a gritar y pedir a mi familia que me auxiliara, pues los síntomas eran cada vez más fuertes, no lograba entender lo que me estaba pasando y eso aumentaba mi preocupación, pensé que estaba perdiendo el control de mi vida, que tenía una enfermedad que me llevaría a la muerte. Nos dirigimos a urgencias y luego de realizarme exámenes médicos me suministraron tranquilizantes, esto reguló los síntomas. Pero, al cabo de un mes, me encontraba en el supermercado cuando volvieron los síntomas físicos, la angustia y tenía muchos pensamientos negativos, por ejemplo, me daba miedo que estuviera dándome un infarto, realmente me angustiaba estarme volviendo loco.”
De acuerdo con el Instituto Nacional del Cáncer, “el pánico es la ansiedad extrema o miedo que se presenta en forma súbita (repentina).” Es decir, un episodio (crisis de pánico) de miedo y malestar intenso. El término fue acuñado en 1962 por el psiquiatra Donald Klein como resultados de sus investigaciones, las cuales le llevaron a separar la clásica neurosis de angustia, descrita por Sigmund Freud en 1894, para organizar los síntomas hoy identificados como ataques de pánico en dos grupos: La ansiedad generalizada y el ataque de pánico, este último considerado diferente a los demás tipos de ansiedad por sus características.
El pánico a través del tiempo ha sido descrito por autores de disciplinas como la medicina, la psiquiatría y la psicología con diferentes nombres, pero siempre conservando la ocurrencia de tres características principales: (Raone & Zanassi, 2016).
- La peyoración imaginaria de la existencia, mantener pensamientos negativos o pesimistas.
- La espera de un peligro, incertidumbre acerca de lo que pueda ocurrir.
- El desorden, traducido a la pérdida de control
Ahora bien, de acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM – V), las crisis de pánico alcanzan su nivel máximo en cuestión de minutos y pueden ser: a. Esperadas,en respuesta a objetos o situaciones típicamente temidas; e, b. Inesperadas,ocurriendo la crisis sin razón aparente. En efecto, el pánico está considerado como un síntoma de cualquier trastorno de ansiedad, así como de otros trastornos mentales. (Asociación Americana de Psiquiatría, [APA] 2014)
Sin embargo, según la frecuencia, la intensidad y durabilidad puede considerarse como un Ataque de Pánico cuando el miedo o malestar suceda de forma súbita y en pocos minutos, y en cuyo tiempo ocurran al menos cuatro síntomas o signos de los descritos a continuación:
Físicos: | Palpitaciones o aceleración de la frecuencia cardíaca. Sudoración. Temblor o sacudidas. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia. Sensación de ahogo. Dolor o molestias en el tórax. Náuseas o malestar abdominal. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo. Escalofríos o sensación de calor. Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo). |
Cognitivos: | “Desrealización” (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo). Miedo a perder el control o de «volverse loco». Miedo a morir. |
Cuando una persona se siente amenazada por una circunstancia
específica del ambiente, el sistema de alarma del organismo se activa para
darle manejo a la situación, según la
Caroline Miller, directora editorial del Instituto de la Mente Infantil, en el
caso del ataque de pánico, este sistema se activa sin una amenaza real y su
respuesta es tan intensa que llegan a interpretarse de forma catastrófica e
irreal.
Ahora bien, en relación a la intensidad del ataque de pánico, el Portal de Cigna, plantea que, de manera general, esta crisis suele durar entre 5 y 20 minutos o incluso más y, alcanza su nivel máximo de ansiedad aproximadamente a los 10 minutos después de iniciado el episodio y, que cuando estos ataques suceden de forma inesperada y recurrente se consideran un Trastorno de Pánico.
Además, una persona con un Trastorno de Pánico, puede tener un fuerte temor de que ocurra algo realmente malo durante el ataque, lo que se verá reflejado posteriormente en una muy fuerte preocupación acerca de cuándo sucederá un nuevo episodio, así como la evitación de los lugares donde le han ocurrido antes los ataques, por el temor de no poder escapar del lugar conocido como agorafobia.
Cabe resaltar, que el Trastorno de Pánico tiene una prevalencia anual en los Estados Unidos aproximadamente entre el 2-3 % en adultos y adolescentes. (APA, 2014) Esta patología es dos veces más común en las mujeres que en los hombres y, aparece generalmente antes de los 25 años de edad, pero puede ocurrir cerca de los 35 años. (MedlinePlus, 2020).
Aunque la causa específica del Trastorno de Pánico no se ha identificado, tal como lo menciona el Instituto Nacional de Enfermedades Mentales (NIMH), si se han reconocido ciertos factores relacionados a la aparición del episodio, dentro de los cuales se mencionan:
- La herencia: Relación entre familiares afectados. (Perna, et al., 1996)
- Los cambios neurobiológicos y el desequilibrio de las sustancias químicas del cerebro: Explicados porque la mayoría de las crisis de pánico, sobre todo las iniciales suceden de forma inesperada, es decir sin un desencadenante identificado. En efecto pueden ocurrir aun cuando la persona esté relajada (Adler, 1987), dormido, (Klein y Klein, 1989; Navarro y Dávila, 1998). (Citados en Gadea, et al., 1998).
- El estrés, la depresión y otros trastornos del estado de ánimo.
- Ciertos rasgos de personalidad: Especialmente aquellas personas que tienen mayor sensibilidad a la ansiedad y bajo control de la ansiedad. (Osma, et al., 2014).
- Problemas de salud como: El hipertiroidismo, las disfunciones vestibulares, los trastornos convulsivos y las alteraciones cardiopulmonares. (APA, 2014)
- El abuso del alcohol o sustancias como: La marihuana, cocaína, nicotina, cafeína, medicamentos para tratar el asma y problemas del corazón, etc. (Healthwise, 2022)
- Factores ambientales como por ejemplo: Las situaciones frustrantes de abandono y de separación, percibidas como pérdidas de valor. (Ey et al., 1978 citado en Raone et al., 2016)
Dicho eso, queda claro que el episodio es percibido por el sujeto como una experiencia realmente catastrófica y temible, la angustia es tal que siente que se está muriendo. Por ese motivo, durante los primeros ataques quien lo padece busca consultar el servicio de urgencias, pues este tiende a relacionar su estado alterado con un infarto o cualquier enfermedad no diagnosticada. De ahí que, no es difícil comprender cómo la angustia y el cuadro sintomatológico influye en el desarrollo de las actividades cotidianas, la disminución de la funcionalidad y el bienestar del individuo.
En pocas palabras, este trastorno puede afectar casi todas las áreas de la vida, provocando discapacidad social, funcional, física y emocional y, es que las constantes de ansiedad y miedo, pueden derivar en complicaciones, por ejemplo:
- Fobias: Especialmente el temor a conducir o amaxofobia, aislamiento social que puede llegar fácilmente a fobia social; basofobia, miedo a caerse que genera pánico ante la idea de poder tropezar, resbalar o perder el equilibrio; etc.
- Visitas constantes al servicio de urgencias.
- Ideación suicida.
- Consumo excesivo de alcohol u otras sustancias.
- Relaciones interpersonales inadecuadas.
- Desarrollo de otros trastornos como la depresión, trastorno de ansiedad, agorafobia, entre otros.
Por ello, si usted presenta algún síntoma de los anteriormente mencionados, resulta necesario que consulte a un profesional, para que le realice un examen físico y así asegurarse de que no exista otra patología física o psicológica que le causen los síntomas. Si después de esto, usted es diagnosticado con Trastorno de Pánico, puede ser tratado con psicoterapia, si es necesario medicamentos o una mezcla de ambos. En la terapia lo que se busca es enseñar estrategias para reaccionar frente a los pensamientos y sentimientos que tienen curso antes y durante el ataque de pánico, y así reducir la intensidad y la frecuencia de los episodios de crisis.
Como siempre se sugiere, aceptar que algo diferente está sucediendo, es el primer paso para dar inicio al tratamiento y acompañamiento. En este sentido el portal Healthline, propone algunas estrategias para tratar de detener un ataque:
1. Usar la respiración profunda
2. Cierre los ojos, permitirá aislar los factores desencadenantes que resultan abrumadores.
4. Practicar la conciencia plena Mindfulness, ayuda a conectar con el entorno.
5. Encontrar un punto de enfoque, elige un objeto a la vista y ve con atención sus detalles.
6. Utilizar técnicas de relajación muscular, ayuda a controlar la respuesta del cuerpo.
7. Imaginar un lugar feliz propio: un lugar tranquilo, calmado y relajante.
8. Hacer ejercicios ligeros, como caminar o nadar, ayuda a mejorar el estado de ánimo.
9. Mantener lavanda a mano, es conocida por ser calmante y aliviar el estrés.
10. Repetir un mantra internamente, repetir hasta que el ataque de pánico comienza a disminuir.
En síntesis, el trastorno de pánico forma parte de los trastornos de ansiedad identificados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM – V) cuyo síntoma principal es la recurrencia de los ataques de pánico, los cuales producen un temor intenso y abrumador acompañado de síntomas físicos y cognitivos como pensamientos negativos sobre la propia reacción física, es muy común por ejemplo escuchar frases como “me estoy volviendo loco” o “me voy a morir”. Si este es su caso es pertinente buscar ayuda profesional que establezca el diagnóstico y así dar inicio al tratamiento que ayude al control y disminución de la respuesta de pánico y una posterior comorbilidad con otros trastornos antes mencionados.
Referencias:
Asociación Americana de Psiquiatría [APA]. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5®), 5a Ed. Arlington, VA.
Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., Institutos Nacionales de Salud, Instituto Nacional de Salud Mental. (Actualizado en 2022). Trastorno de pánico: Cuando el miedo agobia. (NIH Publicación Núm. 22-MH-8077S). Recuperada de: https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastorno-de-panico-cuando-el-miedo-agobia#part_6314
Diccionario del Instituto Nacional del Cáncer. Recuperado de: https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/def/panico
Gadea, M., Espert, R., & Navarro, J. F. (1998). Bases biológicas de los ataques de pánico. Psicología Conductual, 6(1), 63-78. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2827025
Healthwise. Bibliotecas de bienestar. Cigna. (Febrero 9, 2022). Ataques de pánico y trastorno de pánico. Recuperado de: https://www.cigna.com/es-us/knowledge-center/hw/temas-de-salud/ataques-de-pnico-y-trastorno-de-pnico-hw53796
Legg, Timonthy. Healthline. (Diciembre 7 de 2018). 11 maneras de detener un ataque de pánico. Recuperado de: https://www.healthline.com/health/es/como-controlar-un-ataque-de-panico
Miller, Caroline. (Agosto 2, 2021). Ataques de pánico y cómo tratarlos, El miedo y el instinto natural de evitarlo pueden crear un impedimento serio. Instituto de la Mente Infantil. Recuperado de: https://childmind.org/es/articulo/ataques-de-panico-y-como-tratarlos/#:~:text=Regresar%20al%20principio-,Lectura%20r%C3%A1pida,sentir%20que%20se%20est%C3%A1%20muriendo.
Osma, J., García, A., & Botella, C. (2014). Personalidad y trastorno de pánico: un estudio de revisión. Anales de psicología, 30(2), 381-394. Recuperado de: https://scielo.isciii.es/pdf/ap/v30n2/psico_clinica1.pdf
Perna, G., Bertani, A., Caldirola, D., & Bellodi, L. (1996). Antecedentes familiares de trastorno de pánico e hipersensibilidad al CO2 en pacientes con trastorno de pánico. La revista americana de psiquiatría. 153(8), 1060-1064. Recuperado de: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/8678175/
Raone, M. F., & Zanassi, S. R. (2016). Antecedentes y revisión crítica del denominado» Ataque de pánico”. Perspectivas en Psicología: Revista de Psicología y Ciencias Afines, 13(2), 57-66. Recuperado de: https://www.redalyc.org/journal/4835/483551472014/483551472014.pdf