La empatía, una experiencia más profunda que “ponerse en los zapatos del otro.”
Por: Neighbors’ Consejo|
El ser humano necesita de la sociedad para llevar a cabo casi todos sus procesos de desarrollo y progreso. Es por eso, que vive en una constante búsqueda de habilidades sociales que le permitan adaptarse e interactuar de forma asertiva en su ambiente social.
Ahora bien, según Elia Roca (2014) las habilidades sociales son un conjunto de conductas observables, pensamientos y emociones que ayudan a la persona a mantener sus relaciones interpersonales de forma satisfactoria, así mismo le permiten un mejor funcionamiento social y un mayor sentimiento de bienestar. Además, señala que las tres dimensiones de las habilidades sociales son: 1) las conductas motoras observables, como: la expresión facial, la forma de comunicación verbal, los gestos, etc.; 2) las cogniciones como: las creencias, pensamientos e imágenes mentales; y 3) Lo emocional: que incluyen la capacidad de identificar, regular y comprender las emociones y sentimientos propios y ajenos para facilitar las interrelaciones. (pp. 11-12)
Dentro de la dimensión emocional se encuentran habilidades como el respeto y la empatía, siendo esta última a la que se hará referencia en este artículo, dado que durante los últimos años ha tenido gran importancia para disciplinas como la filosofía, la educación, neurociencia, teología, ciudadanía, psicología (casi en todas sus ramas), etc., quizás porque integra los sentimientos, la actitud y el comportamiento que se espera asuma toda persona en cualquier experiencia social.
El término empatía, se ha dado desde diferentes teorías, lo que ha dificultado su consenso. Su primera aparición se remonta al siglo XVIII, por Robert Vischer a partir del término alemán “Einfülung”, que traduce “sentirse dentro de”. Por otro lado, Adam Smith en 1757 con su Teoría de los Sentimientos Morales, habla de la capacidad humana para sentir “pena o compasión…ante la miseria de otras personas…o dolor ante el dolor de otros”. Sin embargo, solo hasta 1909 Titchener acuña este término tal y como se conoce actualmente, ayudado por el vocablo griego “εµπάθεια” que significa “la cualidad de sentirse dentro de algo o alguien.” Ahora bien, desde el enfoque cognitivo, autores como Köhler y Mead (1934), han señalado que la empatía consiste en la comprensión de los sentimientos de los otros, lo que permite a la persona adoptar su perspectiva. (Citados en Fernández et al., 2008)
Es importante mencionar que el término fue traducido al inglés como empathy y, utilizado por la psicología experimental de EE. UU, a partir de donde surgen nuevas investigaciones como la de Theodore Lips, quien señala que la empatía se produce por imitación interna. Pues de acuerdo con su teoría de la “compenetración”, la percepción de las emociones del otro despierta en uno mismo sentimientos similares expresados en posturas, formas de comportarse y expresiones faciales. (Moya, 2018)
Como se puede observar en las descripciones antes mencionadas, la empatía se puede explicar desde la identificación con el sentir del otro. De acuerdo con Moya et al. (2010), actualmente la empatía se define como “la tendencia a experimentar de forma vicaria los estados emocionales de otros y es crucial en muchas formas de interacción social adaptativa”; según los autores, esta corresponde a una forma compleja de inferencia psicológica donde procesos como la observación, la memoria, el conocimiento y el razonamiento se integran para permitir la comprensión de los pensamientos y sentimientos de los demás.
En pocas palabras, la empatía es una integración afectiva y cognitiva con la realidad del otro, lo que permite su comprensión. Y, si bien cuando se habla de empatía esta se relaciona con frases como “ponerse en la piel / lugar / zapatos del otro”, se puede entender que más bien resulta de todo un proceso mental y emocional que se fortalece en la interacción social.
En este sentido, María Julieta Balart (2013), explica que la empatía como habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, ponerse en su lugar y responder adecuadamente, se consigue a partir de la interacción de tres dimensiones y su respectivo proceso:
- Intelectual – la escucha activa: Escuchar con atención lo que el otro dice con su comunicación verbal y no verbal, teniendo en cuenta su mirada, tono de voz, postura, etc. Igualmente, es necesario estar en un estado de atención plena o consciente.
- Emocional – la comprensión: Comprender es ver con “naturalidad” los actos y sentimientos de los demás, sin juicios, ni condenas, sino con la convicción de que cualquiera puede caer en lo mismo, no significa estar de acuerdo con la opinión del otro sino más bien estar abiertos a explorar el mundo del otro para entender sus sentimientos y necesidades fundamentales.
- Conductual – la asertividad: La Palabra asertividad procede del término en latín “asertum” que significa poner en claro, afirmar e implica tener la capacidad para expresar o transmitir lo que se quiere, piensa, siente o necesita, sin incomodar, agredir o herir los sentimientos de la otra persona.
Por otro lado, estudios dados desde la neurociencia, explican que la percepción del estado motor, perceptivo o emocional de un individuo, activa en otro ser que observa, zonas del cerebro correspondientes con las representaciones y procesos neuronales, que a su vez provocan respuestas somáticas y autonómicas. (Preston & de Waal, 2002)
Al respecto, neurocientífico italianos descubrieron cuando monitoreaban el cerebro de un mono, que una célula específica del cerebro se activaba con el movimiento propio, pero también cuando se percibe la actividad de otro. Esto evidenció que el cerebro posee un grupo de neuronas, conocidas en la actualidad como neuronas espejo, que emulan, o reflejan, lo que hacen otros o sienten. Pues, al producirse una detención de las emociones de otra persona mediante sus movimientos, dichas neuronas reproducen las mismas emociones, creando así una sensación de experiencia compartida. (Goleman & Boyatzis, 2008)
Es decir, que estas neuronas, permiten que el ser humano comparta sensaciones y emociones ajenas como propias, pues tal como lo plantea Moya et al (2010b), las neuronas espejo explicarían cómo el ser humano puede acceder a la mente de otro y logra entenderla, haciendo posible el proceso de intersubjetividad a través del cual se comparte la conciencia y el conocimiento de una persona a otra, facilitando con ello la conducta social.
Sin duda, desarrollar esta habilidad facilita la cohesión y la adaptabilidad a los sistemas sociales (familia, comunidad, sociedad), pues opera como agente transformador, por lo que puede despertar en el individuo el altruismo, y otras conductas prosocial, motivando a las personas a desarrollar conductas de ayuda y cuidado, evitar dañar a otro, conciliar diferencias, pedir perdón si es necesario, etc., contribuyendo con ella al incremento de competencias ciudadanas y comunicativas. (Muñoz & Chaves, 2013)
De acuerdo con lo descrito por el Psicólogo Xabier Molina en el portal web de Psicología y Mente, la persona empática desarrolla ciertos rasgos característicos que lo diferencian notablemente de aquel que carece de esta habilidad, entre los cuales menciona:
1. Son más sensibles que el resto de personas: Son personas desprendidas, abiertas a nuevas experiencias, amables y buenos oyentes, atentos y saben comunicarse. Siempre están dispuestos a ayudar y ofrecer su hombro para hacerlo. Sin embargo, fácilmente pueden sentirse heridos y ofendidos, son muy sensibles hasta pueden resultar susceptibles.
2. Los empáticos “absorben” las emociones de los demás: Se sienten influenciados positivamente o negativamente por las emociones y el humor de las otras personas. Son capaces de sentir de forma muy fuerte las experiencias de los otros, lo que en algunos casos puede resultar difícil de superar.
3. Suelen ser introvertidos: No disfrutan demasiado de las fiestas multitudinarias, prefieren las reuniones de grupos pequeños o ir a tomar café con un solo amigo. Incluso si la persona es más abierta a espacios muy concurridos, suelen ser cuidadosos y moderados en aspectos como la cantidad de tiempo de su estadía.
4. Son más intuitivos que la media: Perciben el mundo a través de su intuición, hacen caso a sus corazonadas de forma habitual. Esto les permite rodearse de gente positiva y zafarse de aquellos que puedan alterar su equilibrio emocional.
5. Les gusta pasar tiempo a solas: Al ser más sensibles, suelen afectarse si están durante mucho tiempo escuchando y ayudando a los demás. Por esta razón, necesitan periódicamente estar solos para poder volver a su equilibrio emocional.
6. Son sobreprotectores consigo mismos en las relaciones sentimentales: Por lo cual, evitan enamorarse de alguien para no tener que sufrir después si la relación no funciona. Pueden experimentar temor a ser absorbidos por su pareja.
7. Son “presas fáciles” para los vampiros emocionales: Es decir de aquellas que acostumbran a descargar toda su negatividad en los demás e intentan tomar la energía del otro para poder seguir en su ciclo de fatalismo, rabia y resentimiento. El empático sufre estos efectos puesto que es especialmente vulnerable a experimentar los malos sentimientos que transmiten estos individuos.
8. Se sienten muy a gusto en contacto con la naturaleza: Las obligaciones y el estrés de las rutinas diarias le afectan fácilmente, por lo que les gusta desconectarse y recargar pilas al ponerse en contacto con la naturaleza.
9. Tienen las sensaciones a flor de piel: Pueden sentirse muy mal en entornos ruidosos, o cuando perciben mucha tensión en el entorno.
10. Son buenas personas, incluso en detrimento de su propio bienestar: Losempáticos tienen un gran corazón y se preocupan sinceramente por los demás. Les afecta ver a alguien sufrir y no poder evitar atenderles para intentar mitigar su dolor, a tal punto que pueden obsesionarse con lidiar con los problemas de los demás, y sentirse frustradas o desconcertadas si no lo consiguen.
Lo dicho anteriormente, puede advertir de algunas vulnerabilidades para la persona empática, sin embargo, es necesario aclarar que esta habilidad es mayormente benéfica para la persona y la sociedad y que en gran parte depende de cómo cada individuo la fomente, gestione y fortalezca. Algunos de estos beneficios y aspectos positivos, incluyen: Una mejor comunicación, fortalecimientos de las relaciones sociales y mayor disfrute de estas; cuando se logra la comprensión de los sentimientos de los demás de paso se trabaja en la aceptación de los propios sentimientos y esto ayuda a sentirse mejor consigo mismo; conocer otros puntos de vista y respetarlos, sin duda facilita el crecimiento personal y la resolución de conflictos, nos predispone a ayudar a los demás y a compartir.
En conclusión, empatizar resulta de la habilidad cognitiva y emocional de experimentar las vivencias de los demás, esto incluye la integración de procesos mentales para atender, comprender y reaccionar de forma asertiva al estado emocional del otro. Y, es al ser el individuo un ser social le resulta esencial desarrollar habilidades como la empatía, que le permitan adaptarse e interactuar con el ambiente, no se trata de estar de acuerdo con el otro, sino más bien de interpretar y tratar de entender su realidad.
Referencias:
Balart, M. J. (2013). La empatía: La clave para conectar con los demás. Observatorio de recursos humanos y relaciones laborales, (79), 86-87. Recuperado de: https://clasica.gref.org/nuevo/articulos/art_250513.pdf
Fernández, I., López, B., & Márquez, M. (2008). Empatía: Medidas, teorías y aplicaciones en revisión. Anales de Psicología/Annals of Psychology, 24(2), 284-298. Recuperado de: https://psicopedia.org/wp-content/uploads/2014/07/Empatia.pdf
Goleman, D., & Boyatzis, R. (2008). La inteligencia social y la biología del liderazgo. Harvard Business Review, 86(9), 86-95. Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2704182
Molina, Xavier. (Junio 9, 2016). ¿Eres empático? 10 rasgos típicos de las personas empáticas. ¿Eres una persona empática? Debes saber que también tienes algunas dificultades con las que lidiar. Recuperado de: https://psicologiaymente.com/personalidad/rasgos-personas-empaticas
Moya, L. (2018). La empatía: entenderla para entender a los demás. Plataforma Editorial..
Moya, L., Herrero, N., & Bernal, M. (2010). Bases neuronales de la empatía. Rev Neurol, 50(2), 89-100. Recuperado de: https://pavlov.psyciencia.com/2018/03/neurologia-de-la-empatia.pdf
Muñoz, A., & Chaves, L. (2013). La empatía:¿ un concepto unívoco?. Katharsis, (16), 123-146. Recuperado de: https://revistas.iue.edu.co/index.php/katharsis/article/view/467
Preston, S., & de Waal, F. (2002). Empatía: Sus bases últimas y próximas. Ciencias del comportamiento y del cerebro, 25(01). Recuperado de:
Roca, E. (2014). Cómo mejorar tus habilidades sociales. Valencia: ACDE Ediciones. Recuperado de: http://www.cop.es/colegiados/pv00520/pdf/Habilidades%20sociales-Dale%20una%20mirada.pdf