Falso recuerdo: Cuando la mente nos juega una mala pasada
Por: Neighbors’ Consejo|
“El hecho de que alguien crea que recuerda algo en detalle, con confianza y con emoción, no significa que realmente eso haya sucedido”. Elizabeth Loftus
El Síndrome del Falso Recuerdo, FMS por sus siglas en inglés, es un concepto establecido por la matemática y psicóloga estadounidense y una de las principales especialistas en la memoria, la doctora Elizabeth Loftus, quien lo describe como “una condición en la que la identidad y las relaciones de una persona son afectadas por recuerdos que son incorrectos pero que la persona cree fuertemente”. Es decir, que la persona no intenta decir mentiras, solo cree que lo que recuerda realmente sucedió. Un 25% de la población (según las investigaciones de esta Loftus) son vulnerables a experimentar falsos recuerdos por sugerencias externas. (Parejo, 2018)
Este síndrome no está asociado a ningún tipo de trastorno. Sin embargo, muestra que la memoria es un proceso complejo y no una simple función de almacenar y recuperar datos, lo que la hace susceptible al error.
Las investigaciones realizadas por Elizabet Loftus, han evidenciado que la memoria puede distorsionarse cuando la persona intenta recordar eventos traumáticos especialmente por abuso sexual. Pues, el cerebro puede integrar falsos recuerdos, ya que son múltiples los factores que interfieren al evocar las experiencias del pasado. (Ruiz, 2022) Tal como plantea Salazar (2008) citado en Nájera, et al., (2018), aspectos referentes al sí mismo, la motivación, la emoción y el significado personal que se le atribuye a las experiencias, están involucrados a la hora de rememorar sucesos del pasado.
En otras palabras, la memoria tiene un fuerte componente psicológico, pues el ser humano construye significados desde la interpretación que le da a las cosas y no solo desde cómo son en verdad. Por ejemplo, un niño aprende que la casa es su hogar, un espacio donde está su familia, se siente protegido y no solamente la ve como una edificación material. Por lo que, se puede decir que el desarrollo personal y social está trazado por este sistema de codificación (memoria), ya que este retiene lo que se aprende y esto, permite adaptarse al ambiente.
Ahora bien, dentro de lo planteado por Jean Piaget acerca de la memoria, podemos entender que “una imagen de la memoria no es una copia exacta de la realidad, sino que es una imagen que entrelaza los esquemas a través de los cuáles fue comprendida, lo que establece que esta no es instantánea sino un proceso de reestructuración.” Por su parte, Sigmund Freud, señala que la forma en que el individuo reorganiza el pasado, según las necesidades y los deseos del presente es mediante falsos recuerdos, amnesias, olvidos, sueños, etc. Agrega que las cosas no siempre suceden tal y como se cree, pues la memoria puede fallar por diversos factores como los psicológicos, los bioquímicos cerebrales y el deterioro orgánico de la edad. (de los Heros, 2009).
Ahora bien, los falsos recuerdos, según Mojardín (2008), son reportes memorísticos que difieren parcial o totalmente de la realidad que fue experimentada. Por ejemplo, una persona puede cambiar algún detalle de un recuerdo como el color de la chaqueta que utilizó para un cumpleaños, pero también podría modificar por completo una experiencia, como asegurar que sufrió un secuestro cuando era niño, sin ser esto cierto.
Pero, ¿Cómo sucede esto? Alfred Binet, fue de los primeros interesados en el tema de la falsa memoria o la influencia de la sugestionabilidad en la memoria, se encargó de investigarlo como un proceso social y cognitivo normal y no como una imperfección o debilidad del ser humano. Y, a partir de lo cual evidencia que las personas pueden llegar a recordar cosas diferentes a las vividas en realidad, como consecuencia de la influencia de terceros, o de mecanismos internos de la memoria. (Nicolás, et al., 2011).
Por consiguiente, se pueden identificar dos tipos de falsos recuerdos: Los implantados y los espontáneos. Los implantados, son datos de memoria diseñados por la influencia de terceros o inducidos por sugestión, del cual a su vez se puede dar de dos formas:
La desinformación: Por ejemplo, el influenciador expone a la persona a una experiencia y da una información equivocada de este, sugiriendo algunos detalles a través de preguntas como ¿Qué arma usó el asesino? o, ¿El profesor te besó? lo que suele terminar en un relato del recuerdo que incluye los elementos insinuados, aunque no fueran reales.
La implantación: Este paradigma permite la construcción de recuerdos a partir de la imaginación. Por ejemplo, a un niño se le plantean dos eventos: Uno que realmente sucedió y otro que no, pero se le asegura que sus padres confirmaron que ambas experiencias tuvieron lugar. Luego, se le pide que relate todo lo que pueden recordar de aquellos sucesos y entonces, el infante mediante falsos recuerdos crea partes del evento o incluso el evento completo. (Otgaar et al., 2017)
Mientras que, los falsos recuerdos espontáneos, son aquellos datos modificados por aspectos internos. Se dan por la funcionalidad de la memoria. Un ejemplo, pueden ser las inferencias. Mojardín, (2008a). Otra forma de falsos recuerdos espontáneos, siguiendo lo planteado por Otgaar et al. (2017a), sería el de “activación asociativa”, esta teoría sostiene que una persona al vivir un evento codifica la información de esa experiencia en datos fragmentados o conjunto de datos (nodos), los cuales a su vez están interconectados por asociaciones o enlaces y que, según Bergson son los responsables de la creación de nuevos planteamientos o de la reinterpretación de información, más que de la sola repetición de recuerdos. (Ruiz & López, 2008)
Entonces, cada vez que se tiene una experiencia, la memoria busca en los “nodos” y conceptos referentes, información similar incluso en “nodos conexos”, así entonces se desencadenan recuerdos relacionados o no con el evento original. Otgaar et al. (2017b) citando a (AMT; Roediger, Balota, & Watson, 2001), concluye que los falsos recuerdos son “el producto de la activación de conceptos que no hacen parte del primer evento pero que se activan cuando la información de este se propaga a través de la red de nodos interrelacionados.”
Cabe aclarar, que los “falsos recuerdos” se dan a partir de las creencias, es decir de la consideración de que algo realmente sucedió y es entonces, cuando la memoria empieza a unir fragmentos de información que forman el recuerdo para dar coherencia a lo que se cree. Dicha creencia parte de la experiencia personal y de los eventos pasados que son significativos para sí mismo, lo que autores como Koriat, Goldsmith & Pansky (2000, citados en Nájera et al., 2018), denominan Memoria Autobiográfica y que se caracteriza por ser específica, personal, importante, duradera, etc.
Estas investigaciones han tenido gran importancia para la psicología, especialmente la clínica y la forense o judicial. De acuerdo con Dalla (2005), en los Estados Unidos se lleva a cabo un promedio de 75 mil juicios penales al año, la gran mayoría se resuelven a partir de la declaración de testimonios y que, según este autor en promedio de 36 a 40 casos, terminan siendo veredictos improcedentes.
Otro punto importante que se dio en materia de investigación y que fue producto de muchas controversias, inicia a finales de los años 80 y la década de los 90, a partir de la creencia de que existe alguna relación entre el abuso sexual pasado y las patologías mentales en el presente. Además, se consideró que durante muchos años los niños reprimieron en el inconsciente, recuerdos de abusos sexuales y que sólo en otras etapas de la vida adulta eran recordados de manera espontánea o producto de psicoterapias como la hipnosis.
“Algunos pacientes iban a terapia, tal vez tenían ansiedad, o tal vez tenían un trastorno alimentario, tal vez estaban deprimidos, y terminaban con un terapeuta que decía algo como bueno, muchas personas que he visto con sus síntomas fueron abusadas sexualmente como un niño. Y comenzarían estas actividades que llevarían a estos pacientes a pensar que recordaban años de brutalización que supuestamente habían desterrado al inconsciente hasta que esta terapia les hizo conscientes de ello. Y en muchos casos, estas personas demandaron a sus padres o hicieron que sus antiguos vecinos, médicos o maestros fueran procesados en base a estas afirmaciones de memoria reprimida” Elizabeth Loftus (APA, 2019)
Lo anterior, no significa que la psicoterapia sea un procedimiento erróneo, lo que revela realmente es el poco conocimiento que se tenía hasta hace unos años frente al tema, así como la falta de comprensión a la complejidad de los procesos de almacenamiento y recuperación de la información en la memoria y por lo que quizás, de forma accidental terapeutas y psiquiatras influyeron en la adquisición de falsos recuerdos en sus pacientes.
Esta situación no debe ser vista sólo de forma negativa, pues a partir de ello, se desarrollaron investigaciones rigurosas que han contribuido al conocimiento de la memoria y su mecanismo de funcionamiento. A nivel judicial, permitió que la admisión de testimonios como pruebas jurídicas, se lleve a cabo por procesos más rigurosos y que la psicoterapia sea hoy día una técnica más consciente y ética.
Podemos concluir, que la memoria del ser humano contiene infinidad de experiencias vividas, cuando recordamos, viajamos en el tiempo, pero esto no es sólo un proceso de almacenamiento, también depende del proceso tan complejo que es la recuperación de la información, donde juega un papel fundamental la forma de percibir y dar significado a las cosas. Actualmente se reconoce que esa complejidad puede representar errores y distorsiones en los relatos autobiográficos que son presentados como ciertos, pero que realmente no lo son, al contrario muestran la unión de fragmentos de información que forman el recuerdo para dar coherencia a lo que la persona cree que sucedió, como resultado de la influencia de terceros o de la funcionalidad del sistema de memoria y que ha tenido fuertes implicaciones desde la psicología forense, clínica y aspectos de la vida social y familiar.
Referencias
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