La adicción a los juegos de azar y las apuestas, puede ser un indicativo del riesgo a desarrollar un trastorno del juego conocido como Ludopatía.
Por: Neighbors’ Consejo|
“Pedro es un hombre de 70 años, viudo y pensionado. Vive solo en su casa de matrimonio, pues sus dos hijos residen en el exterior, dedica su tiempo a los quehaceres de la casa como la jardinería, plomería, alimentación, entre otros. Pero, sintió que en las tardes tenía mucho tiempo libre y decidió asistir al casino con un vecino dos veces a la semana. Inicialmente, apostaba poco y cuando perdía, llegaban los sentimientos de culpa, eventualmente empezó a tener algo de suerte, ganaba y conseguía un dinero extra, por lo que decide asistir más seguido y apostar el dinero que correspondía algún servicio público o incluso del mercado, cuando menos se dio cuenta, se sentía angustiado, ansioso sobre todo durante los días que no asistía, y así decide asistir todos los días sin falta. Unos meses después, sin percatarse que las pérdidas en el juego superaron sus ingresos, dejó de pagar algunos servicios públicos, redujo su presupuesto de alimentación, tampoco asistió a sus controles médicos, y cada vez sentía más nervioso e irritado, esto lo llevó a acudir más temprano y por más tiempo al casino. Pedro, ahora era un adicto a los juegos de azar y debió acudir a sus hijos para que le ayudaran a solucionar su situación financiera.”
Este caso, puede hacer referencia a un juego patológico o ludopatía. Este último término, se origina del latín “ludus” que significa “juego” y del griego pathos que hace referencia al “sufrimiento, enfermedad o pasión”. Por tanto, la ludopatía significa “enfermedad por el juego o pasión por el juego”. Cabe aclarar, que el juego por sí solo no se puede considerar malo, acá lo que interfiere y causa la afectación es la recurrencia y persistencia por apostar sobre un resultado que depende del azar.
Considerando que, los juegos de azar, son una actividad que, si bien resulta recreativa, el sujeto que los juega, además, apuesta y pone en riesgo algo de valor como el dinero, a cambio de una mínima posibilidad de conseguir un premio de un valor superior al apostado (Ramos, 2006). Entonces, este tipo de actividad puede resultar peligrosa tanto para el jugador como para su familia y todo su entorno, por el riesgo a la pérdida, que no sólo es material, sino también del propio bienestar e integridad, que es lo que se conoce como juego patológico.
Este tipo de actividad se reconoció como trastorno psicológico en los años 80 y desde diferentes posturas teóricas se buscó clasificar dentro de los trastornos mentales, en donde se reconocen similitudes con los trastornos por uso de sustancias, con los trastornos obsesivo-compulsivos, y actualmente se reconoce como un trastorno de tipo adictivo, como parte de las llamadas adicciones conductuales,[1] (Clark et al., 2013) y, que de acuerdo con las estadísticas, se estima que entre el 1% y el 3% de la población mundial es adicta al juego.
Según el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su quinta edición (DSM – V), el juego patológico, clasificado dentro del grupo de Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos, es un comportamiento disfuncional recurrente y persistente de juego, durante un periodo mínimo de 12 meses, que interfiere con las actividades personales, familiares y/u ocupacionales, provocando un deterioro o malestar clínicamente significativo. (Asociación Americana de Psiquiatría [APA], 2014)
Las personas con ludopatía o trastorno de juego patológico, tienen la necesidad de apostar grandes cantidades de dinero para conseguir la excitación deseada; así como la dificultad para reducir, controlar o abandonar el impulso a jugar, pues de forma reiterada tiende a revivir las experiencias de apuestas pasadas con el fin de planificar el siguiente juego y la manera de conseguir dinero para tal fin; se sienten nerviosos o irritados cuando busca reducir o abandonar el juego y al experimentar sentimientos al perder como la culpa, desamparo, ansiedad, etc., sienten una fuerte necesidad para apostar nuevamente y recuperar las pérdidas, esperan encontrar en los demás la solución a sus problemas financieros; además, suelen mentir para ocultar su grado de implicación con el juego, poniendo en riesgo sus vínculos interpersonales, e incluso, es común que lleguen a perder relaciones laborales, familiares, profesionales, etc. (APA, 2014)
Muchos de los jugadores, han iniciado el juego de forma recreativa o social, donde acuden a estos sitios por entretenimiento o simple compañía, pero, su recurrencia, falta de límites y pérdidas significativas, a pesar de las consecuencias físicas, psicológicas y sociales negativas, es lo que termina volviéndose una patología (Fong, 2005). Pues, resultan envueltos en un ciclo de apuesta, ambición sin límites, deudas y ruina que los lleva a apostar nuevamente, para intentar recuperar lo perdido una y otra vez, esto estimula el sistema de recompensa del cerebro de manera semejante a cómo funcionan la adicción a las drogas o el alcohol.
En relación a esto, Mónica Méndez et al.,(2010) expone que, el sistema de recompensa cerebral se entiende como el mecanismo que permite asociar los estímulos con el placer o la aversión, motivando a la persona a tomar decisiones frente a determinada necesidad, puesto que en la ausencia del estímulo se presenta el síndrome de abstinencia, lo que provoca dificultad para controlar el impulso que le lleva a ocupar mayor tiempo y recursos en satisfacer la necesidad y termina por reforzar el comportamiento, que desarrolla la adicción y una dependencia al juego.
Se podría decir entonces, que el juego patológico provoca un impulso descontrolado por apostar dinero, cada vez más pronto y en mayores cantidades, que cuando la persona pierde, enfrenta un estado de ansiedad que desaparece solo al volver a apostar, pues cree que solo al seguir jugando encontrara el dinero que necesita, convirtiéndose esto en un propio reforzador de la conducta.
Por tanto, Ana Domínguez (2009) explica que, dejar de jugar para el ludópata, significa llegar a padecer síntomas somáticos característicos del síndrome de abstinencia como: cefaleas, trastornos digestivos, alteración del sueño, debilidad, sudoración, palpitaciones y temblores. Sin embargo, la mayoría de los jugadores patológicos, niegan la problemática, por lo que el tratamiento suele llegar tarde o incluso no llega, el jugador patológico tiende a retornar a la expresión de mecanismos de defensa primitivos, como, por ejemplo: la evitación, la racionalización, la negación, la regresión, etc., (Fong, 2005).
Ahora bien, la ludopatía no está relacionada con una causa específica, sino más bien con una confluencia de múltiples factores biológicos, genéticos y ambientales, donde se han identificado algunas factoras de riesgo, que resultan facilitadores de esta conducta, como lo son (Clínica Mayo, 2022):
- Problemas de salud mental: Las personas que juegan compulsivamente suelen tener problemas de abuso de sustancias, trastornos de la personalidad, depresión o ansiedad. También puede estar asociado con trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo o trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
- Edad: Jugar compulsivamente durante la infancia o la adolescencia aumenta el riesgo de desarrollar una adicción por este tipo de juegos. Sin embargo, la población de adultos mayores también ha sido un potencial blanco de este trastorno. (Infocielo, 2023)
- Sexo: El juego compulsivo es más común en hombres que en mujeres. Sin embargo, cada vez el tema se ha vuelto muy similar.
- Influencia de familiares o amigos: El entorno representa modelos de aprendizaje e imitación, lo que aumenta las probabilidades.
- Ciertos rasgos de la personalidad: Ser muy competitivo, adicto al trabajo, impulsivo, inquieto o aburrirse fácilmente pueden aumentar el riesgo de desarrollar un problema de juego compulsivo.
- Predisposición genética: Hijos de padres jugadores tienen mayor riesgo.
- Medicamentos que se usan para tratar la enfermedad de Parkinson y el síndrome de las piernas inquietas: Yaque, representan un efecto secundario poco frecuente que puede provocar comportamientos compulsivos, incluido el juego compulsivo.
- Problemas psicológicos y sociales: Aquellos que estén pasando por momentos de inestabilidad psicológica o que tengan problemas personales y sociales representan un grupo de riesgo. Por ejemplo: algunos cambios que se producen en la vida: la jubilación, la soledad o la pérdida de la pareja, crisis, etc.
Hay que mencionar, además, que el trastorno de juego patológico, igual que otras adicciones trae consecuencias en la vida de quien la padece, a nivel físico, social y emocional de forma grave. De manera específica y como ya se han mencionado algunos aspectos, este trastorno puede desencadenar o empeorar síntomas como depresión, ansiedad generalizada, obsesiones, impulsividad, trastornos de personalidad o del estado de ánimo. Además, el juego trae efectos en la dinámica social, familiar y financiera del jugador y su entorno, acumulación de deudas, pérdidas del capital económico, desempleo, abandono, aumento de conductas delictivas, divorcio, abuso de alcohol y/o sustancias, violencia doméstica, son algunas de sus consecuencias (Fong, 2005).
Así mismo, el juego patológico provoca a nivel psicológico una alteración cognitiva a partir de la creación y mantenimiento de distorsiones relacionadas con el juego, afectando la forma cómo piensa el jugador acerca del juego, la aleatoriedad, el azar, sus propias habilidades y la toma de decisiones, como muestra de ello resulta la creencia desafortunada, de que, con el nuevo juego ganara lo suficiente para resolver sus problemas, pues el ludópata conserva la esperanza de que saldrá victorioso (Clark, et al., 2013).
En relación a otras consecuencias, el estudio “Juego problemático y tendencias suicidas en Inglaterra: análisis secundario de una encuesta transversal representativa”, reveló el vínculo entre estas dos variables, encontrando que, los pacientes ludópatas representan un 19,2% del total de las tendencias suicidas, de los cuales el 4,7% realmente lo intento (Wardle, et al., 2020). De alguna manera, este aspecto debe convertirse en un llamado a la concientización de la problemática de salud pública que significa el juego patológico, sus consecuencias pueden ser devastadoras si no se obtiene un tratamiento temprano.
Para el ludópata, dejar de jugar no resulta tan fácil, lo más importante es que la persona reconozca su adicción y con ella la necesidad de buscar ayuda profesional. El tratamiento, según las características del trastorno, puede incluir: La psicoterapia, según las necesidades personales, cuyo objetivo es reforzar factores positivos como las habilidades sociales, la autoestima el control de impulsos etc.; la terapia cognitivo conductual, que se enfoca generalmente en el manejo y modificación de aquellas creencias negativas e irracionales; grupos de autoayuda, ya que resulta muy útil encontrar otras personas con la misma afección, puede por ejemplo visitar (Gamblers Anonymous), www.gamblersanonymous.org/ga/; empleo de psicofármacos, entre otras. (MedlinePlus, 2022)
Para finalizar, es importante reconocer que los juegos de azar, deben considerarse un factor potencial de riesgo para el desarrollo del trastorno mental del juego patológico o ludopatía, con características similares a los de la adicción al alcohol o las sustancias, el ludópata convierte el juego en una necesidad prioritaria, que lo lleva a hacer casi cualquier cosa por conseguirlo, aun conociendo las consecuencias negativas que puede obtener. Pues, la capacidad que tiene el jugador por controlar el impulso a jugar y apostar, así como la de tener resultado positivos, es mínima, en cambio sí da inicio a la formación de falsas creencias de que a través de la siguiente apuesta cambiará el curso de la situación.
Así que, si usted reconoce estar cayendo en la adicción al juego, la invitación es a que acepte la problemática que esto significa y decida buscar la ayuda profesional que se requiere para el caso, antes de que las consecuencias sean catastróficas.
Referencias:
Asociación Americana de Psiquiatría [APA]. (2014). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su 5a Edición (DSM-5®). Arlington, VA.
Clark, L., Averbeck, B., Payer, D., Sescousse, G., Winstanley, C. A., & Xue, G. (2013). Pathological choice: the neuroscience of gambling and gambling addiction. Journal of Neuroscience, 33(45). Recuperado de: https://www.jneurosci.org/content/33/45/17617
Clínica Mayo. (Agosto 11, 2022). Ludopatía. Recuperado de: https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/compulsive-gambling/symptoms-causes/syc-20355178
Domínguez, A. (2009). Epidemiología y factores implicados en el juego patológico. Apuntes de Psicología, 27 (1), 3-20. Recuperado de: https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/84514/171-341-1-SM.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Fong T. W. (2005). Las consecuencias biopsicosociales del juego patológico. Psychiatry (Edgmont (Pa. : Township)), 2(3), 22–30. Recuperado de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3004711/
MedlinePlus en español [Internet]. Bethesda (MD). Biblioteca Nacional de Medicina (EE. UU.) (Abril 30, 2022). Ludopatía. Recuperado en: https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/001520.htm
Mendez, M., Contreras, A. E. R., Gómez, B. P., Romano, A., Caynas, S., & García, O. P. (2010). El cerebro y las drogas, sus mecanismos neurobiológicos. Salud mental, 33(5), 451-456. Recuerdo de: https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=27169
Ramos, J. (2006). Ludopatía: el otro lado del juego. Revista Índice, 19(9), 9-11. Recuperado de: http://revistaindice.com/numero19/p9.pdf
Wardle, H., John, A., Dymond, S., & McManus, S. (2020). Problem gambling and suicidality in England: secondary analysis of a representative cross-sectional survey. Public health, 184, 11-16. Recuperado de: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0033350620300883